EL MUNDO › ASEDIADO POR LAS CRITICAS, EL PRESIDENTE DE EE.UU. DIJO QUE HABRA UNA INVESTIGACION
Un manotazo de ahogado de George W.
Bush busca neutralizar las críticas sobre la inacción, o pobre acción, de su gobierno para enfrentar los efectos de Katrina. Prometió que se investigará qué se hizo bien y qué mal. Ayer hubo incendios en Nueva Orleans. Y el alcalde denunció que no hay agua para apagarlos.
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
Bajo el fuego de las críticas por las imprevisiones, la lentitud en la respuesta y la responsabilidad que le puede alcanzar en los factores que agravaron la catástrofe, George W. Bush tomó ayer la iniciativa de lanzar una investigación “para averiguar lo que se hizo bien y lo que se hizo mal”, pero sin comprometerse sobre la fecha, porque “tenemos que resolver los problemas antes”. Los ingenieros que luchan para sacar el agua de Nueva Orleans lograron reparar las grandes brechas en el dique del canal que separa la ciudad del lago Pontchartrain y el líquido sale ya a chorros.
Bush, que enviará mañana al vicepresidente Dick Cheney a la zona para supervisar las labores de recuperación, no dio demasiados detalles y vinculó en ocasiones la escandalosa falta de preparación o de coordinación a la seguridad y el terrorismo: “Lo que me propongo es dirigir una investigación para averiguar lo que se hizo bien y lo que se hizo mal. Seguimos viviendo en un mundo inestable; queremos garantizar que podemos reaccionar adecuadamente si hay un atentado con armas de destrucción masiva o bien otro gran huracán”.
El presidente aseguró que no es el momento de entrar en los reproches y las acusaciones y que habrá tiempo para discutir lo ocurrido, pero apuntó a la falta de comunicación entre las autoridades locales, las de los Estados y el gobierno: “La burocracia no va a interponerse en la tarea de hacer lo que es necesario para ayudar a la gente”. Bush resistió las presiones para lanzar ya mismo la investigación –“tenemos que resolver los problemas, ya habrá tiempo para saber lo que se hizo bien o mal, ahora hay que salvar vidas”– y prometió que “este gobierno no va a descansar hasta salvar hasta la última vida, reunir a cada familia separada y culminar la reconstrucción”.
En Nueva Orleans, los ingenieros del ejército empezaron el pasado miércoles a reparar los grandes boquetes del canal que sirve de contención, en el norte de la ciudad, a las aguas del lago Pontchartrain. El desbordamiento del lago como consecuencia de las lluvias torrenciales de Katrina y del insuficiente refuerzo del dique hizo que el 80% del centro de Nueva Orleans quedara bajo el agua. Los militares consiguieron cerrar la brecha de la calle 17, la de la London Avenue y la del Canal Industrial. Eso permitió poner en marcha ayer en gran escala el bombeo destinado a sacar el agua del centro de la ciudad, con las bombas provisionales y, sobre todo, progresivamente con las quince grandes estaciones de bombeo del sistema de diques, que han estado paralizadas. Aun así, Nueva Orleans no estará completamente seca hasta dentro de tres semanas, según su alcalde, Ray Nagin, que habló de dos meses hasta la recuperación de la energía eléctrica y que recordó lo que vendrá a medida que las aguas bajen: “Va a ser horrible y va a sacudir de nuevo al país”. Los equipos de rescate tienen una doble tarea: empezar a recuperar cadáveres y acabar de sacar a los pocos miles de personas que aún siguen en la ciudad para facilitar las tareas de reconstrucción: “Tenemos que convencerlos de que se vayan. No es seguro estar allí. El agua está contaminada, y hay cadáveres y mosquitos y gasolina. No tenemos agua para apagar los fuegos”, añadió el alcalde. Ayer las llamas devoraron varias casas del Distrito Francés en el centro de la ciudad, relativamente poco afectado por la destrucción. Al despliegue militar para garantizar el orden se unieron ayer 5000 paracaidistas de la 82 División Aerotransportada que peinarán las zonas inundadas de la ciudad a bordo de Zodiacs para reforzar la búsqueda de refugiados o la recuperación de cadáveres casa por casa.
En paralelo a los planes presidenciales para investigar los errores cometidos, el Congreso anunció ayer también la puesta en marcha de su propia comisión para examinar “las fortalezas y debilidades” de la respuesta federal, según los eufemismos empleados por el líder de la mayoría republicana del Senado, Bill Frist, y “extraer las lecciones aprendidas”. “La Administración falló a todos los niveles”, según la senadora republicana Susan Collins, que cree difícil de entender “la falta de preparación y la ineficacia inicial en la respuesta”. Quizá por ello, el objetivo de la investigación del Congreso, para el senador demócrata Joe Lieberman, es “no sólo de saber lo que ocurrió, sino reconstruir la confianza de los norteamericanos en las instituciones”. Bush tiene los próximos meses para demostrarle a los estadounidenses, y especialmente a los legisladores, que está al mando de los trabajos de asistencia. Debe deshacerse cuanto antes del estatus, para algunos prematuro, de “incapaz”.
Otra prueba de fuego que deberá sortear el presidente y su credibilidad será el precio del petróleo. Desde el comienzo de Katrina, el crudo aumentó de un nivel nacional promedio de 2,30 dólares a más de 3 dólares por galón. A no ser que se revierta rápidamente, los costos más altos del petróleo se trasladarán a los precios en todo el país. La mayoría de los economistas, sin embargo, espera por lo menos una merma temporaria en el crecimiento durante último trimestre del año.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.