EL MUNDO
Dolor de cabeza para Lula, once diputados al banquillo
Cuando parecía que había pasado lo peor de la crisis en Brasil, once diputados –dos renunciaron– van a enfrentar los procesos de desafuero en el Consejo de Etica del Congreso.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Las secuelas de los escándalos de corrupción que involucran al gobierno brasileño se prolongarán hasta 2006, contaminando la campaña electoral de ese año, tal como pretende la oposición. La noticia seguramente contrarió al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, probable candidato a la reelección, que anoche estaba en vuelo hacia Rusia, procedente de Roma, donde recibió el respaldo de sus camaradas de la izquierda italiana para continuar en el poder por otro mandato. Los dulces días romanos de Lula (transcurridos en el impagable Palacio Doria Pamphili de la embajada brasileña) se dieron ayer de bruces con la mala nueva llegada desde Brasilia, donde once diputados decidieron enfrentar los procesos por falta de decoro parlamentario que se les siguen en el Consejo de Etica del Congreso.
Ayer a las 18 el citado Consejo dio formal entrada a las causas. Y fue hasta esa hora que se extendieron las negociaciones para persuadirlos de renunciar a sus bancas, lo que hubiera extinguido los procesos que tanto preocupan al gobierno y habría permitido a los acusados volver a ser candidatos el año próximo. Pero no fue así: los 11 diputados, 5 pertenecientes al Partido de los Trabajadores, decidieron enfrentar al jurado y a los acusadores en unas sesiones que serán tan tumultuosos como las de los últimos 4 meses, desde que el ex diputado Roberto Jefferson, ante ese mismo Consejo de Etica, denunció al gobierno, y específicamente al ex ministro José Dirceu, de haber montado una trama de sobornos a la que llamó “mensalao”, o pago mensual de altas sumas a la base aliada.
Hasta el momento el mayor escándalo político brasileño en 13 años obligó a la renuncia de 5 diputados –2 lo hicieron ayer–, la casación de 1 y el procesamiento de 14, que corren el riesgo de perder sus derechos políticos por 8 años, durante los cuales no podrán ser candidatos. Entre estos procesados el más notorio es el ex jefe de gabinete Dirceu, que llevó su caso al Supremo Tribunal Federal, ante el cual objetó el proceso que le fue seguido en Diputados, donde –dice– no tuvo derecho de defensa. Mañana debe conocerse el parecer del alto tribunal que ayer falló contra las apelaciones presentados por sus 11 colegas.
Al no renunciar a sus cargos los congresistas del PT desoyeron a Lula, que intentó persuadirlos en una reunión celebrada en el Palacio del Planalto. Este traspié del mandatario demuestra que la crisis, aunque atenuada, está lejos de haberse resuelto por completo, como se ha insinuado en los últimos días desde el Ejecutivo, donde algunos ministros suponen que lo peor ya quedó atrás.
De todos modos, es cierto que después de meses de infortunio, Lula comenzó a recuperar el aliento político hace un par de semanas cuando su aliado, el comunista Aldo Rebelo, fue electo presidente de Diputados, lo que permitió frenar la ofensiva opositora que aspiraba controlar ese cuerpo para después impulsar el juicio político. La semana pasada el presidente obtuvo otra victoria con la elección de Ricardo Berzoini como presidente del PT, en el ballottage de las elecciones internas más disputadas de su historia.