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Por Enric González
Desde Washington

El Departamento de Justicia de los Estados Unidos anunció ayer una operación masiva contra cientos de miles de inmigrantes ilegales que no cumplieron en su momento la orden de abandonar el país. Aunque el número de personas pendientes de deportación supera las 300.000, lo prioritario, según el gobierno federal, es detener y expulsar a unos 6000 jóvenes inmigrantes originarios de países de Oriente Medio. La especial urgencia con que se tramitarán esos 6000 expedientes ha vuelto a despertar quejas de discriminación contra los árabes y los musulmanes.
La mayor parte de los 300.000 inmigrantes que el fiscal general John Ashcroft ha decidido expulsar de inmediato son personas que no comparecieron a un juicio de deportación o desaparecieron tras recibir la carta final de deportación, conocida como “carta de correr” porque suele provocar la fuga de los destinatarios. Ashcroft quiere que los primeros en abandonar el país sean los jóvenes musulmanes, y utilizará a la policía antiterrorista para buscarlos y detenerlos. James Zogby, presidente del Instituto Arabe Americano, aceptó que la expulsión de esas personas era legítima, pero dudó que dar prioridad a los originarios de Oriente Medio ayudará a identificar potenciales terroristas o evitara atentados. “Casi todos los autores de los atentados del 11 de septiembre se encontraban de forma legal en territorio estadounidense”, recordó. El comisionado del Servicio Nacional de Inmigración, James Ziglar, dijo que la operación se dirigía en general contra extranjeros que carecían de visado o habían cometido crímenes, y no estaba relacionada con la campaña antiterrorista.