Viernes, 10 de marzo de 2006 | Hoy
EL MUNDO › DESPUES DE LA REBELION DE SUS PARTIDARIOS CONTRA BUSH
Luego de que el presidente George Bush fuera advertido por su propia bancada de representantes que no lograría imponer el control árabe en los puertos estadounidenses, la cuestionada empresa de Dubai, DP World, anunció que transferirá sus activos en Estados Unidos a una empresa local, para “preservar la estrecha amistad” entre su país y Washington, como le aconsejó el gobierno de los Emiratos Arabes. Hasta el momento, sin embargo, no está claro cómo la compañía piensa transferir sus activos en Estados Unidos, si los venderá o mantendrá algún tipo de interés en esas operaciones. El comunicado que emitió el director de operaciones de la compañía, Edward Bilkey, destacó que la decisión “se basa en el entendimiento de que DPW tendrá tiempo de hacer la transferencia de manera ordenada y que no sufrirá un quebranto económico” como resultado.
Antes de que se conociera la decisión de la empresa de Dubai, el presidente Bush enfrentaba la mayor división partidaria de su tiempo en el gobierno después de que los más altos representantes republicanos le dijeran ayer que aceptara que el acuerdo de los puertos con la empresa de Dubai que él apoya estaba destinado a ser rechazado tanto en la Cámara de Representantes como en la de Senadores. La reunión privada llegó casi en el mismo momento en que el vocero de la Casa Blanca, Scott McClellan, estaba reiterándoles a los periodistas que el presidente vetaría cualquier medida del Congreso que bloqueara la concesión.
La confrontación vino después de la increíble votación en un comité clave de Representantes por 62 a 2, en la noche del miércoles pasado, a favor de una enmienda que bloquee la transacción. Complicándole aún más las cosas a Bush, la enmienda fue anexada a una medida crucial para proveer fondos de emergencias extras por unos 71 mil millones de dólares a las guerras en Irak y Afganistán –cuyo costo combinado está siendo de 7000 millones de dólares al mes–, al igual que una ayuda de 19.000 millones de dólares a la costa del golfo estadounidense, golpeada por el huracán Katrina.
La Casa Blanca tenía entonces una elección poco agradable entre un enfrentamiento con su propio partido en el que era muy probable que perdiera, y una retractación que haría que Bush se tuviera que tragar las mismas palabras que había dicho una noche atrás. Bush, entonces, se vería forzado a explicar, a un mundo musulmán, de por sí hostil, por qué el control de los puertos es aceptable en manos de una compañía británica y no en una árabe. El enfrentamiento es una prueba de la baja popularidad del presidente, que deja a los republicanos con pocas opciones de cara a las elecciones parlamentarias, excepto la de distanciarse de Bush. “Si los sondeos de Bush le dieran 65 por ciento y no 35 por ciento, ¿creen que esto estaría pasando?”, se preguntó una fuente de Representantes.
Por otra parte, el Comité de Asignaciones de Representantes también cortó 62 millones de dólares de la ayuda pedida para Afganistán y redujo fuertemente los fondos especiales de 75 millones de dólares que buscaba Condoleezza Rice, la secretaria de Estado, para promover la democracia en Irán. La abierta rebelión de los republicanos, sobre todo en Diputados, ha aumentado la percepción de que Bush es un presidente gastado aun antes de las elecciones de medio mandato, de su segundo gobierno.
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