El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, cerró ayer la campaña electoral reiterando sus insultos contra la izquierda, mientras el líder de la oposición, Romano Prodi, prefirió hacerlo hablando de “un poco de felicidad para todos” los italianos “después de cinco años de tristeza”. El jefe del gobierno escogió la plaza del Plebiscito, en Nápoles (sur de Italia), para poner punto final a la campaña de los comicios que se celebrarán el próximo domingo y el lunes. Ante miles de seguidores, Berlusconi cargó contra los partidos integrantes de la alianza de centroizquierda la Unión, a cuyos líderes llamó “los herederos de Stalin, Mao y Pol Pot”.

No fue todo, claro. Berlusconi volvió a evocar el fantasma del comunismo y dijo que la elección “no es entre Berlusconi y Prodi”, sino entre la Italia que él representa y la de la izquierda. Afirmó también que la Italia de la izquierda es “la de las tasas, los insultos, las mentiras, las puertas abiertas de par en par a los inmigrantes clandestinos, los antiglobalización que queman las banderas de potencias amigas y que quieren quitar el crucifijo de las escuelas”. El jefe del Ejecutivo, el primero que ha llegado a completar una legislatura de cinco años en la historia de la República, defendió luego su Italia, “la de la derecha”, a la que describió como la de “la tolerancia, el respeto hacia todos, el bienestar y una Italia que sobre todo sabe amar”. Tras destacar esa “tolerancia y respeto hacia todos”, Berlusconi declaró: “Ganaremos porque no somos boludos”. Se trata del mismo insulto que el primer ministro ha reiterado en varias ocasiones durante las últimas 48 horas contra los que votan a la izquierda. Pero entre estos últimos se ha propagado la práctica de proclamarse “boludos”, y en el último mitin de campaña de Prodi en la Plaza del Pueblo, en Roma, mucha gente llevaba camisetas en las que se podía leer: “Yo soy un boludo”. Prodi aventaja a Berlusconi por entre 3,5 y 5 puntos.