Viernes, 23 de junio de 2006 | Hoy
Los demócratas presentaron dos mociones exigiendo el repliegue de las tropas de Irak, pero fueron derrotadas. El ex candidato presidencial John Kerry pidió que la retirada se haga en un año.
El apoyo del Congreso norteamericano a la guerra de Irak empieza a mostrar fisuras. Ayer, el senador demócrata John Kerry presentó un proyecto de resolución exigiendo el retiro de las tropas en el plazo de un año. Kerry no es un senador cualquiera. En su fallido intento por alcanzar la presidencia en el 2004, el entonces candidato demócrata se había alzado con casi la mitad de los votos del electorado estadounidense. La propuesta de Kerry obtuvo trece apoyos, pero fue derrotada por amplio margen.
“Estados Unidos y sus aliados iraquíes tienen la responsabilidad de llegar hasta el final”, dijo John McCain, uno de los aspirantes más claros a la candidatura republicana en las presidenciales de 2008. La Casa Blanca cree que es posible desafiar la noción de que se pagará un precio político en otoño por Irak y ha lanzado una ofensiva. Los demócratas, no sólo en minoría, sino en desacuerdo entre ellos, presentaron dos resoluciones, para satisfacción de los republicanos, que pudieron manejar a su antojo la imagen derrotista y de división que explotarán a fondo en las elecciones: no hay más que ver la afirmación de Bill Frist, líder de la mayoría: “La retirada no es una opción; rendirse no es una opción”.
La propuesta demócrata respaldada por los pesos pesado del Senado –desde Harry Reid hasta Hillary Clinton– planteaba que el gobierno comience a retirar tropas, sin fijar fechas; fue rechazada por 60 votos contra 39, lo que significa que un pequeño grupo de demócratas votó con los republicanos. “Ha llegado el momento de corregir el rumbo en Irak”, defendió Reid sin éxito. Peor suerte corrió la segunda propuesta, de Kerry y Russ Feingold, que daba un año para completar el repliegue. “Es hora de decirles a los iraquíes que, militarmente, ya hemos hecho todo lo que podemos hacer”, dijo Feingold, que acaricia, junto con Kerry, la posibilidad de hacer sombra a la hasta ahora imparable marcha de Hillary Clinton hacia la candidatura.
La mayoría de los demócratas se unió a los conservadores para rechazar la moción por 86 votos contra 13. A pesar de que la opinión pública critica la guerra, también entiende que sería contraproducente que los soldados se fueran antes de que se afiance el gobierno de unidad nacional. Además, tanto la muerte de Al Zarqawi como la formación del nuevo gobierno iraquí han estimulado ligeramente el optimismo. Según el último sondeo del Pew Center, el 53 por ciento cree que la guerra va razonablemente bien –43 por ciento en marzo–. La mitad dice que hay que traer las tropas, pero sólo el 2 por ciento lo quiere inmediatamente. Los demócratas están más unidos de lo que parece, pero se esforzaron al máximo para que no se notara. Carl Levin, defensor de la primera propuesta, dijo que mantener el rumbo actual “es una receta para la inestabilidad y el fracaso”. Pero el juego político interno –las bases, muy activas, están a favor del repliegue– los hizo dividirse; John Kerry, que se ha pasado a los partidarios de la retirada inmediata –y que hace dos semanas recogió los aplausos de una reunión de militantes que abuchearon a Hillary–, criticó casi tanto a Levin como a los republicanos: “Las tropas y el país merecen algo más que esto”. Tras una semana de esfuerzos para unir las dos propuestas, Kerry y Feingold se negaron a ceder.
La estrategia de los conservadores es arriesgada –porque los acontecimientos en Irak son relativamente incontrolables y siguen muriendo soldados– y, según The New York Times, la Casa Blanca ha dotado a todos los congresistas de munición retórica en un folleto de 74 páginas en el que los instruye sobre la mejor presentación política posible del debate iraquí, con este punto clave: “La retirada propuesta por los demócratas supondría que miles de soldados habrían muerto en vano, daría a los extremistas un santuario en el que construir un imperio islámico-fascista y asestaría a EE.UU. su derrota más humillante desde Vietnam”. Esta estrategia –osada y audaz, pero no ciega– se combinará con anuncios de pequeñas reducciones que permitan suavizar la tensión. La CNN adelantó ayer que los mandos en Irak están valorando recomendar que se disminuya la presencia militar –127 mil soldados– en el equivalente a un par de brigadas, de 6 mil a 10 mil soldados, no retirando tropas, sino dejando sin cubrir o aplazando algunas rotaciones previstas.
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