El Comité Federal de la Unión Cívica Radical necesitó más de seis horas de discursos y exposiciones de la mayoría de sus dirigentes de todo el país para definir “su rol opositor”. “Pareciera de Perogrullo tener que describir, en este contexto, cuál debe ser el lugar a ocupar por la UCR”, dice uno de los párrafos del documento final, “consensuado y aprobado por unanimidad”. El cónclave radical postergó el debate sobre la estrategia electoral y las candidaturas hasta la Convención Nacional, que se realizará el 25 y 26 de agosto en Rosario, aunque las intervenciones mostraron que los distritos electorales más importantes sumaron fuerzas en favor de una coalición política que podría llevar –sin nombrarlo– a Roberto Lavagna como candidato presidencial. Los cinco gobernadores radicales dispuestos a “concertar” con el gobierno nacional faltaron en bloque a la cita. Hacia ellos hubo desde posturas conciliadoras hasta frases descalificatorias: los llamaron “alcahuetes y chupamedias”.

En una de sus salidas de la reunión que se realizó en el Comité Nacional de la UCR, el presidente del radicalismo, Roberto Iglesias, no rehusó contestar a la definición que “el radicalismo no tiene futuro”, que el gobernador santiagueño Garardo Zamora soltó en España. “No sólo hay que ver donde lo dice sino desde dónde lo dice: desde el avión presidencial”, fue la respuesta que eligió Iglesias y que repitió varias veces durante la jornada. Este fue el marco en el que se debatió ayer en la UCR: por un lado, quienes plantearon mantener una postura opositora y del otro quienes están más próximos a concertar con el kirchnerismo.

Los cinco gobernadores radicales disidentes –Zamora, el rionegrino Miguel Saiz, el mendocino Julio Cobos, el correntino Arturo Colombi y el catamarqueño Eduardo Brizuela del Moral– ya habían anunciado que no concurrirían al plenario de ayer. Pero estuvieron representados por las conducciones provinciales de la UCR que los apoyan. En la reunión, todos coincidieron en resaltar que la concertación con el Gobierno “es sobre la base de políticas de Estado” y remarcaron su “identidad radical”. El dirigente de Río Negro, Pablo Verani, dijo que Saiz no asistió ayer porque “se sintió agraviado por la conducción partidaria”.

El documento final, que titularon “una discusión de principios”, mostró un tono conciliador con los gobernadores, que algunos expusieron en el plenario para evitar un cisma. “Estamos dispuestos a discutir orgánicamente e institucionalmente con el Gobierno. De partido a partido sobre la base del debido respeto a la discrepancia, ejerciendo auténticamente la invocada pluralidad”, leyó Iglesias en rueda de prensa flanqueado por el vicegobernador chaqueño Eduardo Moro y los jefes de las bancadas partidarias en el Congreso: Fernando Chironi y Ernesto Sanz.

También reclamaron al Gobierno una agenda de discusión que “no tiene matices internos” y en la cual colocaron en primer lugar la coparticipación federal. “Un país que distribuye el total de sus ingresos en un 72 por ciento para la Nación y un 28 por ciento para el conjunto de las provincias no puede ni comenzar el debate sobre desarrollo humano equitativo, y mucho menos sobre autonomía federal”, reza uno de los párrafos del documento y que a juicio de la dirigencia radical es la razón por la cual el Ejecutivo “extorsiona” a sus gobernadores.

Distritos como Buenos Aires, la Capital Federal, Córdoba y Santa Fe pusieron el mismo límite que Raúl Alfonsín para una futura alianza electoral: “el kirchnerismo y la derecha”. Una postura que muchos leyeron a favor de la candidatura del ex ministro de Economía de Néstor Kirchner. Una situación que el porteño Nito Artaza salió a cruzar proponiendo una postura en favor de una fórmula presidencial propia a la que incluso le puso los nombres de “Rodolfo Terragno y Margarita Stolbizer”. Otros, como los bonaerenses Luis Brandoni, prefirieron cargar contra los gobernadores (“esos chupamedias que se hagan cargo de lo que hacen”) y levantar la candidatura de Lavagna: “Sería una posibilidad fantástica”, dijo, y no fue el único.