Viernes, 23 de junio de 2006 | Hoy
EL MUNDO › COMO PREPARA EL TERRENO EL GOBIERNO ESPAÑOL PARA NEGOCIAR CON LA ETA
La estrategia consiste en imitar el proceso que derivó en el armisticio irlandés y se basa en una serie de pasos metódicos y deliberados. El Partido Popular y los nacionalistas vascos son los principales escollos para llegar al acuerdo final.
Cuando José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones generales en España en marzo de 2004 se propuso dos objetivos políticos de alto vuelo: modificar el sistema federal nacional y acabar definitivamente con ETA. Mientras el primero está a punto de ser alcanzado con menos desgaste del esperado, con el cambio en el estatuto de autonomía catalán aprobado el domingo pasado, el segundo demostró ser un hueso duro de roer.
Mientras la sociedad observa con expectación y escepticismo típico español el proceso abierto después de la tregua indefinida decretada por ETA en marzo de este año, la oposición juega la carta más dura negándole al gobierno el consenso que necesita para obligar al grupo separatista vasco a desaparecer.
Pero si algo no le falta a Rodríguez Zapatero es olfato político y sentido del riesgo. Si se suma a estas virtudes un contexto internacional y local más que propicio, todo apunta a que esta vez el sueño que acaricia la sociedad española desde los tiempos del fin de la dictadura franquista esté más cerca que nunca de volverse realidad.
Desde los primeros días de su gobierno, Zapatero comenzó a insinuar que el fin de ETA estaba cerca y que el gobierno tenía “serios indicios” de que la banda estaba pensando seriamente en poner fin a su aventura armada. El Partido Popular, en la oposición, fue el primero en dudar de estas afirmaciones y comenzó a forjar la imagen de un Zapatero conciliador con el grupo vasco, improvisado y falto de convicciones democráticas suficientes.
Pero el primer ministro español sorprendió a propios y extraños cuando anunció en marzo el comienzo del alto el fuego definitivo de ETA y la oposición de centroderecha tuvo que cambiar el libreto a pasos agigantados. A partir de ese momento, el gobierno comenzó a dejar traslucir que contaba ya con una hoja de ruta firme y pensada con varios meses de antelación para llevar el proceso de paz a buen puerto. Todo hubiese salido perfecto si en el medio no se hubieran metido actores insospechados y poco oportunos que durante los cálidos días del comienzo de este verano han comenzado a sembrar de espinas el camino.
El plan
Basándose en las exitosas conversaciones de paz que mantuvieron en su momento el IRA y el gobierno británico, una hoja de ruta que piensa cumplir a rajatabla para llevar las conversaciones a buen puerto.
Por primera vez, esta semana, esa hoja de ruta ha comenzado a ver la luz pública. El único elemento discordante en la estrategia del gobierno es la férrea oposición que ha demostrado durante los últimos días el Partido Popular, aliándose con las asociaciones de víctimas del terrorismo, junto a las cuales protagonizó la semana pasada una multitudinaria manifestación en Madrid.
Pero Zapatero no parece dispuesto a echarse atrás y está tan convencido de que el fin de ETA es una utopía realizable que está dispuesto a llevar a cabo su plan hasta el final. El primer paso establecido en la hoja de ruta consiste en comunicar oficialmente a Mariano Rajoy, máximo referente del Partido Popular, que las conversaciones con ETA van a comenzar. Ese anuncio se hará en el Congreso durante el transcurso de los próximos días.
Durante esta comparecencia el primer ministro español pedirá al Parlamento un voto de apoyo y tratará de que el PP se sume a la iniciativa a pesar de sus reticencias. Los populares le piden que antes aclare que no tiene compromisos previos con ETA, algo que el gobierno ha desmentido esta semana con contundencia. La derecha pretende, además, que no se pagueningún precio político a la banda, un punto en el que el PSOE no está tan dispuesto a transigir, ya que cree que hay que dejarle a ETA abierta la puerta de una salida honorable. Esa salida consistirá en la legalización de Herri Batasuna para que pueda presentarse a las próximas elecciones autonómicas y un virtual acercamiento de los presos etarras a las prisiones del país vasco. Se descarta, por ahora, que se produzca una amnistía para los más de 500 miembros de ETA que permanecen en prisión.
El tercer paso, que se espera tenga lugar durante los últimos días de julio, será el inicio del diálogo directo entre el grupo separatista y el gobierno. Mientras tanto, el Partido Socialista Vasco (brazo político del PSOE en Euskadi) se entrevistará oficialmente con Herri Batasuna por primera vez. Este detalle es uno de los que más molestan al PNV, que ve cómo pierde protagonismo frente a un rival electoral directo que a punto estuvo de ganarle las últimas elecciones autonómicas.
El quinto paso, mantenido hasta ahora en el más absoluto secreto por parte del gobierno de Zapatero, aunque muchos actores y analistas políticos lo daban ya por hecho, consistirá en la legalización de Batasuna y deberá tener como contrapartida una manifestación clara de este grupo político de que renuncia a la violencia como modo de lograr sus objetivos, incluida no sólo la lucha armada, sino también la llamada “kale borroka”, una especie de Intifada vasca que consiste en movilizar a sus jóvenes simpatizantes para que destrocen las ciudades en manifestaciones violentas. Este paso debería darlo Herri Batasuna, según la hoja de ruta, a finales de agosto, principios de septiembre.
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