Hace 53 años se encendía la primera chispa de la Revolución Cubana. El 26 de julio de 1953, el entonces joven abogado Fidel Castro lideró las primeras acciones armadas contra el dictador Fulgencio Batista: los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Las revueltas resultaron fallidas, pero marcaron el inicio del proceso que concluyó, en enero de 1959, con el triunfo de la revolución y el ascenso de Castro al poder.

De los 111 combatientes que participaron en los asaltos murieron 69, muchos de ellos torturados o ejecutados, y el resto fue juzgado y condenado a prisión. En el juicio que se le siguió, Castro, de apenas 26 años, pronunció un alegato de autodefensa conocido como “La Historia me absolverá”, en el cual fundamentaba el derecho del pueblo a la rebelión contra la tiranía y explicaba las causas, vías y objetivos de la lucha emprendida. Este alegato se convirtió en el programa de la revolución.

Tras ser beneficiado con una amnistía, Castro salió de prisión el 15 de mayo de 1955 y partió al exilio a México, desde donde organizó el Movimiento 26 de Julio. El líder revolucionario retornó a Cuba el 2 de diciembre de 1956 al frente de 81 hombres armados, entre ellos el argentino Ernesto Che Guevara, que desembarcaron para iniciar la lucha que derrocó a Batista el 1º de enero de 1959.

Vestido con su uniforme verde oliva, Fidel Castro, que el próximo 13 de agosto cumplirá 80 años, lideró ayer el acto de celebración del Día de la Rebeldía Nacional en la Plaza de la Patria, en la histórica ciudad de Bayamo, 760 kilómetros al sureste de La Habana. Algunos veteranos sobrevivientes de los asaltos a los cuarteles presenciaron el acto y recordaron con orgullo aquel día histórico. “Aquel hecho nos trajo esta revolución, con sus éxitos sociales y económicos”, declaró Ramón Pez Ferro, de 71 años, poco antes de iniciar el acto.

Agitando una banderita de Cuba, Pez, secretario de Relaciones Internacionales del Parlamento, relató lo vivido hace 53 años cuando él, con 18 años, formó parte del grupo de 111 hombres que dirigió Castro en el asalto. “Actuó como un gran líder, un gran conductor y valiente, claro, y con carisma y autoridad. Todo eso de ayer lo conserva, no ha cambiado en nada, ni en su conducta ni en su firmeza. Es el mismo Fidel de siempre. Los años no lo han cambiado para nada”, indicó.

“Que la revolución se va a caer es un cuento que venimos oyendo desde hace 47 años”, dijo Pez. El hombre formó parte del grupo que tomó un hospital civil al costado del Cuartel Moncada para apoyar el asalto, y en el que estaban también los combatientes Melba Hernández, Haydée Santamaría y el hermano de ésta, Abel, segundo jefe de la acción, quien murió torturado por las fuerzas de Batista. “Servimos de francotiradores contra el cuartel, no tuvimos tiempo de salir, de escaparnos. Fui el único de los combatientes del grupo de 23 que tomamos el hospital que salió vivo porque un anciano me hizo pasar por su nieto. Haydée y Melba no estaban combatiendo, por eso también sobrevivieron”, contó Pez.