Martes, 5 de diciembre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › SU RENUNCIA, COMO LA DE RUMSFELD, SUCEDE TRAS EL REVES ELECTORAL
La Casa Blanca no logró mantener a su polémico embajador ante la ONU. Bolton está asociado a las mentiras sobre Irak.
Por J. M. Calvo y S. Pozzi *
Desde Washington y Nueva York
John Bolton, embajador norteamericano en Naciones Unidas, no tuvo más remedio que tirar ayer la toalla, cuando la Casa Blanca comprobó que no tenía el respaldo necesario para someter el mandato temporal del polémico representante diplomático ante el pleno del Senado y renovarlo. El presidente –que recibió la petición, por boca del dirigente del mayor bloque chiíta en el Parlamento iraquí, de que Estados Unidos no deje aún el país– no disimuló su enfado por el revés en la ONU y dijo sentirse “profundamente decepcionado” con la actitud de algunos senadores.
La victoria demócrata en las legislativas de hace un mes ha determinado la suerte de Bolton, un neoconservador que desarrolló en el Departamento de Estado, antes de ir a la ONU, un estilo de trabajo autoritario, y que fue acusado de intimidar a especialistas de inteligencia para encontrar datos que justificaran sus posiciones de “halcón”. Por todo ello ya fue imposible llegar a un acuerdo para votar su nombramiento en el 2005, con lo que Bush lo nombró embajador a dedo. El presidente puede saltarse el proceso de confirmación, pero el precio que paga es que el nombramiento es temporal. El de Bolton expira el 31 de diciembre y la Casa Blanca confiaba en que su labor, que ha recibido algún comentario favorable por haberse sabido adaptar, relativamente, al mayor pragmatismo de la administración, iba a ser suficiente para prorrogar el mandato.
Pero en el Comité de Relaciones Exteriores, que tendría que dar la luz verde para el voto en el pleno del Senado, quedó claro que Bolton no iba a pasar. “Con Medio Oriente al borde del caos y las crecientes amenazas nucleares de Irán y Corea del Norte, necesitamos un embajador que tenga pleno respaldo del Congreso y contribuya a unir a la comunidad internacional”, dijo John Kerry. A la oposición demócrata se sumaron algunos republicanos, como el moderado Lincoln Chafee. Bush dijo estar “profundamente decepcionado porque un puñado de senadores haya impedido que el pleno del Senado vote la nominación”. En el Senado, a punto de agotar su mandato, hay todavía 55 republicanos y 45 demócratas, con lo que el nombramiento hubiera sido aprobado, pero la oposición a Bolton cristalizó en el Comité. Según sus detractores, Bolton está en malas condiciones para representar a Estados Unidos en la ONU. Le reprochan sus críticas a ese organismo internacional e incluso su desprecio, según ellos, por la cooperación internacional.
Las críticas se iniciaron cuando era subsecretario de Estado (2001-2005), por su oposición feroz a la creación de la Corte Internacional de Justicia, sus esfuerzos por suspender una conferencia sobre las armas bacteriológicas, pero también por su papel en la justificación de la guerra en Irak. Antes de su nombramiento en la ONU, ocupó diferentes puestos gubernamentales bajo las presidencias de Ronald Reagan y de George Bush padre. Durante la administración Reagan, Bolton combatió los esfuerzos del Congreso para investigar el escándalo Irán-Contras que fue uno de los mayores escándalos políticos en Estados Unidos en la década del ’80. Involucró a varios ministros de la administración Reagan, que en 1986 vendió armas a Irán –un enemigo declarado– y usó el dinero recaudado para financiar a los contras, un grupo paramilitar anticomunista de Nicaragua. En el Departamento de Estado fue encargado de relaciones con las organizaciones internacionales (1989-1993). Antes de eso, trabajó en el Departamento de Justicia (1985-1989) y en la Agencia americana para el desarrollo, Usaid (1981-1983).
“Han optado por la obstrucción, a pesar de que tenía el apoyo de la mayoría en el Senado y a pesar de que esas tácticas alterarán nuestro trabajo diplomático en un momento tan importante como el actual”, añadió Bush, que ahora se verá obligado a proponer un candidato de consenso.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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