Martes, 5 de diciembre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Atilio A. Boron *
La victoria de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales, una más en una triunfal secuencia iniciada en 1998 y en donde en cada oportunidad aumenta su caudal electoral, está llamada a producir un significativo impacto en el cuadro político latinoamericano. Pese a la sistemática campaña lanzada en su contra por las clases dominantes venezolanas y sus mentores y auspiciantes internacionales –fundamentalmente la Casa Blanca y algunos gobiernos europeos–, Chávez se impuso con gran facilidad ante Manuel Rosales, superando una marca hasta entonces inalcanzada al registrar, escrutado el ochenta y cinco por ciento de los votos, un 61,62 % en contra del 38,12 % de su adversario. Como se recordará, durante años tanto la secretaria de Estado Condoleezza Rice como el propio presidente George W. Bush no ahorraron críticas al líder venezolano, poniendo seriamente en cuestión la legitimidad democrática de su gobierno y hostigándolo por cualquier medio que tuvieran a mano. Organismos que son habitualmente voceros informales –pero altamente efectivos– de la Casa Blanca, como el Diálogo Inter-Americano, también hicieron oír sus lamentos ante la supuesta falta de legitimidad del gobierno bolivariano. Sería ingenuo pensar que tales críticas obedecían a otra razón que no fuera la promoción de los intereses geopolíticos del imperialismo norteamericano, que al paso que combate sin tregua al gobierno de Chávez no duda en considerar al régimen títere de Irak como un exitoso ejemplo de vitalidad democrática digno de ser imitado.
Los resultados del domingo pasado desenmascaran impiadosamente la falacia de esas argumentaciones. Las elecciones venezolanas, que seguramente sólo por casualidad son las más rigurosamente fiscalizadas nacional e internacionalmente por organizaciones como la OEA, el Centro Carter y el Mercosur, fueron impecables según los más diversos observadores internacionales, y sus resultados fueron reconocidos y aceptados tanto por ellos como por el propio candidato de la oposición. No constituye un dato menor, además, que con la actual elección Chávez se haya convertido en el presidente más votado de la historia de Venezuela. Y como si lo anterior no fuera suficiente, también el que logró revertir un peligroso proceso de abstencionismo producto de la insatisfacción ciudadana con el funcionamiento del régimen democrático en la Venezuela prechavista: una participación de casi el 75 % de los electores inscriptos no se veía en ese país desde los comicios de 1978. Por comparación, en la vecina Colombia el presidente Alvaro Uribe fue reelecto en una elección entusiastamente saludada con Washington y en donde el abstencionismo orilló el 40 por ciento. En síntesis, la abrumadora reelección de Chávez y las recientes victorias electorales de Correa en Ecuador y Ortega en Nicaragua (unidas al incierto futuro del régimen democrático en México a causa del escandaloso fraude informático perpetrado en las pasadas elecciones) demuestran que el mapa sociopolítico de América latina está cambiando en una dirección que no era la esperada por los estrategas de Washington. Y esto, pese a las limitaciones y falencias que pudieran tener estos procesos, es una muy buena noticia.
* Politólogo.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.