Martes, 5 de diciembre de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › OPINION
Por Gladys Acosta Vargas*
La indiferencia social frente a la violencia contra las niñas y los niños permite que ésta subsista y se constituya en un obstáculo para el disfrute pleno de una ciudadanía en condiciones de seguridad, libertad y justicia. Si bien hoy ya no se discute qué es una violación de derechos humanos, aún requiere de políticas públicas inmediatas y eficaces para su prevención, sanción y erradicación.
La violencia contra niñas y niños encuentra su paradigma en la violencia contra las mujeres. Esta grave violación de derechos humanos, centrada en las raíces atávicas del patriarcado, ha permitido y legitimado un comportamiento violento dentro de un contexto de privilegio asumido en el ámbito familiar, comunitario o institucional.
El reciente estudio del secretario general de Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños, Niñas y Adolescentes resalta estas diferencias de género y estereotipos a pesar de presentarse como un fenómeno aún oculto, no denunciado y poco documentado. Indica además que los niños corren mayor riesgo de sufrir violencia física que las niñas, y que ellas están más expuestas a sufrir violencia sexual, abandono y explotación sexual comercial.
Actuar frente a la violencia contra niñas y niños forma parte de la agenda para la eliminación de la violencia contra las mujeres. Es necesario evitar que las niñas sigan siendo afectadas por las mismas violaciones de derechos que las generaciones anteriores de mujeres han sufrido, y que los niños sigan siendo víctimas de los estereotipos varoniles impuestos que los enfrentan a mayor exposición y violencia física.
La ratificación por parte del país de los instrumentos internacionales para la protección de los derechos de niños y mujeres y las normas nacionales para hacer frente a ello determinan el marco jurídico internacional, regional y nacional de acción. Sin embargo, la aplicación de las leyes y el acceso a la Justicia sigue siendo un importante desafío, además de la necesaria intervención desde la prevención y las políticas universales.
El sufrimiento que la violencia genera en niñas y niños interpela a la acción. Resulta indispensable recuperar la indignación frente a ese dolor, haciendo visible lo invisible. Ningún tipo de violencia contra niñas y niños puede justificarse. Ningún niño o niña merece ese sufrimiento, ni uno solo más.
* Representante de Unicef en Argentina.
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