Domingo, 4 de febrero de 2007 | Hoy
EL MUNDO › SEGUIDORES DEL EX LIDER IRAQUI MATARON A 120 PERSONAS CON UNA BOMBA
En otra jornada sangrientade la guerra sectaria que desangra a Irak, milicias sunnitas atentaron con un coche bomba en un mercado frecuentado por kurdos y chiítas en el centro de Bagdad. Otras 50 personas murieron en actos de violencia en el resto del país. Mientras tanto, Bush advirtió al presidente iraquí que su paciencia se acaba.
Ayer fue otro día negro para los iraquíes. Más de 120 personas murieron y más de 300 resultaron heridas cuando un coche bomba explotó cerca de un mercado en Bagdad. El atentado tuvo lugar en un barrio mayoritariamente kurdo y chiíta, por lo que las autoridades iraquíes no dudaron en responsabilizar a los grupos sunnitas extremistas, muchos de ellos seguidores del fallecido Saddam Hussein. En el resto del país, las explosiones y los atentados se sucedieron durante todo el día sumando más de 50 muertos. La ola de violencia coincidió con el tirón de orejas del presidente George Bush al primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, y al resto de la dirigencia local. “Tiene que haber éxito no sólo en el frente militar”, reclamó el mandatario, que además advirtió que el apoyo estadounidense no durará por siempre.
El atentado en el mercado de Sadriya, en el centro de Bagdad, en la costa este del Tigris, fue uno de los peores de los últimos tiempos. Después de la explosión, la policía se apuró a cercar el lugar. En medio de los cuerpos destrozados, los charcos de sangre y una enorme nube de humo blanco, algunos de los sobrevivientes entraron en pánico y comenzaron a tirar piedras contra los policías que no los dejaban irse. Cuando la situación se tranquilizaba en Sadriya, al sur de allí más de una decena de obuses cayeron sobre varios barrios. Los ataques, que dejaron tres muertos, más de doce heridos y casas destruidas, son habituales. Lo que también son habituales son las decenas de cuerpos mutilados y con señales de tortura que se encuentran en los suburbios. Ayer, aparecieron 24.
En el resto del país, la violencia no fue menor. El gobierno iraquí se vio obligado anoche a imponer el toque de queda en las ciudades norteñas de Samarra, Mosul y Kirkuk, la sede petrolera de esa región. En Samarra, seis miembros de las fuerzas especiales de la policía iraquí murieron y otros seis resultaron heridos luego de enfrentarse a un grupo de hombres armados, que atacaron su puesto de control. En Kirkuk, una serie de coches bomba explotaron en tan sólo una hora, dejando dos muertos y 28 heridos. Los atentados, reivindicados por una organización aliada de Al Qaida, tuvieron como principal objetivo las oficinas de los dos principales partidos kurdos, el Partido Democrático de Kurdistán y la Unión Patriótica de Kurdistán, dos aliados de Estados Unidos. En Mosul, los combates entre la policía local y grupos armados se sucedieron durante todo el día.
En el sur y en el centro del país, los muertos ascendieron a más de 30. Además, el Pentágono confirmó ayer que otro helicóptero tipo Apache había sido derribado el viernes. Un grupo vinculado con Al Qaida reivindicó el ataque, en el que murieron dos militares estadounidenses. El incidente ocurrió muy cerca de una de las principales bases estadounidenses en el país.
Los atentados y la violencia sólo empeoraron la presión de Washington al gobierno iraquí. Este último está intentando apurar el lanzamiento de un plan de seguridad para recuperar de una vez por todas Bagdad. Aunque no es la solución al problema de Irak, sí sería visto como un éxito de la nueva estrategia de la Casa Blanca. Según adelantó ayer el diario The Washington Post, Bush le pedirá al Congreso 245 mil millones de dólares para financiar el aumento de tropas y armamento en Irak y Afganistán. Pero el apoyo del Capitolio no será gratuito. “Nancy Pelosi me dijo alto y claro: ‘Señor presidente, tiene que dejarle claro al pueblo iraquí que su gobierno tiene que actuar’. Y lo entiendo, estoy de acuerdo, señora presidenta”, contó el mandatario, refiriéndose a la líder demócrata y presidenta de la Cámara de Representantes.
En lo que fue interpretado como un guiño hacia Washington, el gobierno iraquí difundió un informe que aseguraba que el 50 por ciento de los terroristas que realizan atentados en el país provienen de Siria. Para la Casa Blanca las dos principales amenazas regionales para sus planes en Irak son el gobierno de Damasco y el iraní. Este último anunció recientemente que planea involucrarse más en la pacificación y la reconstrucción del país con el cual mantuvo una guerra de casi diez años en la década del ochenta.
Ayer Teherán volvió a cuestionar la presencia estadounidense en Irak. “La responsabilidad de la seguridad en Irak debe recaer sobre el gobierno de Nuri al Maliki”, sostuvo el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Manucher Mottaki. El funcionario también aprovechó para contestarle al gobierno estadounidense, que acusa a Irán de estar promoviendo y financiando el terrorismo iraquí. “Estados Unidos necesita buscar a algún culpable para justificar sus políticas erróneas”, señaló el ministro iraní.
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