Viernes, 23 de marzo de 2007 | Hoy
La gira de los zapatistas por todo el país es para denunciar abusos contra los indígenas, mientras Obrador busca retomar la iniciativa política después de perder por pocos votos la elección presidencial.
La izquierda mexicana busca relanzarse. Después de varios meses de silencio, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció ayer que comenzará este domingo una nueva gira por todo el país, para reunirse y dialogar con las comunidades indígenas. Al mismo tiempo, el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador se estará dirigiendo otra vez a una multitud en el Zócalo de la Ciudad de México. El líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD) convocó la segunda Convención Nacional Democrática, en la que discutirá las políticas e iniciativas del gobierno de Felipe Calderón y se decidirá qué medidas tomará la coalición de fuerzas progresistas.
El anuncio del Subcomandante Marcos fue realizado a través de un comunicado difundido anoche en San Cristóbal de las Casas, un reducto zapatista dentro del estado de Chiapas. Según explicó el líder zapatista, la dirigencia del movimiento empezará su viaje el domingo. Los 14 comandantes y un subcomandante –seguramente Marcos– no viajarán juntos como antes, sino que se dirigirán a distintos puntos del país. La última vez que la organización indígena había realizado este tipo de gira fue durante los meses previos y posteriores a las últimas elecciones presidenciales, cuando la falta de claridad en los resultados provocó una inmensa movilización de los sectores de izquierda en el DF y en otras partes del país.
En su comunicado, Marcos explicó que la gira durará todo el año. “Se trata de una campaña internacional de solidaridad con las comunidades indígenas zapatistas y en defensa de la autonomía indígena,” indicó el Subcomandante. Este objetivo, focalizado exclusivamente en las comunidades indígenas, es muy diferente al de la marcha anterior, la llamada “otra campaña,” que buscaba forjar alianzas más amplias con sectores progresistas. En la “otra campaña”, el zapatismo se planteaba por primera vez la necesidad de salir de su bastión en Chiapas y de abrirse a alianzas no sólo con las comunidades indígenas de otras regiones, sino también con movimientos populares y organizaciones sociales, que como ellos rechazaran el imperialismo y la subyugación ante los poderosos. Ahora el movimiento parece volver a sus raíces históricas.
Casualidad o no, el mismo día que la cúpula del movimiento que supo hacer temblar al gobierno mexicano en 1994 comience a marchar, el principal dirigente opositor en la capital volverá a mostrarse frente a una multitud. No comparten la misma ideología ni los mismos objetivos, sin embargo, tanto el zapatismo como López Obrador aprovecharán su renovado protagonismo para atacar al gobierno conservador de Calderón. Los temas que seguramente no faltarán en su repertorio son la militarización del interior del país en pos de la lucha contra el narcotráfico, la estrecha alianza política y comercial con Estados Unidos y la falta de iniciativas en el campo del desarrollo social, educación y cultura.
La gira de los zapatistas por el interior del país les permitirá denunciar las violaciones a los derechos humanos y las arbitrariedades que, según las organizaciones sociales mexicanas, cometieron los policías y los militares en los megaoperativos de seguridad, que se ganaron los elogios de Calderón y también los del presidente norteamericano George Bush. Pero estos crímenes no sólo son responsabilidad de las fuerzas de seguridad, sino también de los carteles de drogas, que han lanzado una cruenta contraofensiva. En lo que va del año más de 60 policías, varios dirigentes locales y un número aún más incierto de civiles fueron asesinados por estos grupos.
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