La larga guerra entre las guerrillas, los paramilitares y el gobierno colombiano sumó a un nuevo actor: Venezuela. Actualmente unos 200 mil colombianos viven refugiados en el país vecino. Según un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), muchos prefieren quedarse en las comunidades fronterizas como ilegales, sin ningún tipo de protección, a volver a sus hogares.

Sólo el año pasado, el Acnur registró como solicitantes de refugio a 2234 colombianos –41 por ciento menores de 18 años–, de los cuales sólo 337 fueron reconocidos por Caracas y otros 55 fueron rechazados. La otra gran mayoría, por miedo o por falta de recursos, nunca llega a las autoridades venezolanas. Según explicó un delegado de Acnur, los refugiados colombianos están acostumbrados a ser invisibles y a no atraer la atención para evitar la persecución y la muerte. “Hay una cultura del miedo, miedo a hablar, miedo al registro, miedo a aparecer en una lista, proceden de un país donde las listas son sinónimo de tragedia”, explicó José Francisco Sieber.

El asistente humanitario también advirtió sobre los flujos cada vez más importantes de personas que cruzan la frontera colombiana-venezolana. “Hay comunidades enteras que se han desplazado”, sostuvo. Esto está teniendo un lado positivo y uno negativo. Por un lado, las familias y las comunidades traen consigo tradiciones y lazos afectivos que hacen más fácil la instalación de los colombianos en la frontera venezolana. Pero, por otro lado, también trajeron consigo el conflicto. El alcalde de Guasdualito, un pequeño departamento de la región, aseguró que en lo que va del año los enfrentamientos entre los grupos guerrilleros y paramilitares dejaron al menos 38 muertos. Según contó Jorge Rodríguez, los pobladores se acercaron a su gobierno en los últimos meses para denunciar que grupos armados colombianos realizaban redadas esporádicas buscando a algunos refugiados para matarlos.

Para la Acnur, la inestable situación de los refugiados se debe en gran parte a la falta de atención del gobierno venezolano. Algunas organizaciones sociales de la zona dicen que los procesos para reconocer a los refugiados son muy lentos para desincentivar a futuros desplazados. El gobierno central, en cambio, sostiene que los flujos migratorios son tan grandes que no dan abasto y por eso los procesos cada vez se dilatan más.