Domingo, 8 de abril de 2007 | Hoy
EL MUNDO › EL CLAN ARAUJO SE VALIO DE CRIMENES PARA LLEGAR A LA CIMA DEL PODER
Por María Laura Carpineta
Los Araújo son una familia próspera del norte de la costa colombiana. Ganaron millones y consiguieron –con alguna que otra ayudita– alcanzar cargos políticos claves a nivel nacional. Esto les costó, sin embargo, secuestros, un asesinato y ahora quizás la cárcel. Hace sólo unas semanas el apellido de este clan político dio vuelta al mundo cuando María Consuelo Araújo tuvo que renunciar a la Cancillería por la supuesta relación entre los paramilitares y su familia. Su dimisión, la detención de su hermano y senador Alvaro Araújo, y el pedido de captura contra su padre, el ex ministro y ex senador Alvaro Araújo, destapó la increíble historia de esta poderosa familia, pero también dejó al descubierto la alianza de dinero, poder y armas que dirige el destino de Colombia.
La historia comienza en El César, un pequeño departamento en el norte colombiano, lindante con Venezuela. Las dos principales guerrillas del país, las FARC y el ELN, llegaron en los setenta para disputárselo. Al poco tiempo los todavía incipientes grupos paramilitares llegaron para reclamar esa región. Las guerrillas fueron finalmente desplazadas de las ciudades y se refugiaron en los montes de Sierra Nevada en las afueras. Para cuando los paramilitares habían tomado el control de El César, los Araújo ya eran uno de los clanes políticos más importantes.
Bajo el control paramilitar, los grandes terratenientes hicieron dinero y política sin demasiados problemas durante los ochenta y los noventa. Los Araújo también crecieron a nivel nacional. Alvaro, el padre de la ex canciller, había dirigido el Ministerio de Agricultura en el gobierno de Alfonso López y luego fue senador, hasta que perdió sus derechos políticos por corrupción. A pesar del traspié, su hijo tomó su lugar en la Cámara. Su hermana, años después, se convirtió en la ministra de Cultura de Andrés Pastrana. Años después fue secuestrada por las FARC y asesinada cuando la policía –con ayuda de los paramilitares– intentaron rescatarla.
Pero mientras triunfaban en Bogotá, en casa empezaban a tener competencia. La familia Gnecco había empezado a ganar lugar en la política de El César. En el año 2001, el hermano mayor de los Gnecco, Jorge, fue asesinado. Nunca se supo qué pasó. Tres años después, el jefe paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, ordenaba a sus hombres secuestrar al hermano y ex senador, José Eduardo Gnecco. “Queremos llamar la atención sobre las actividades delictivas de estos delincuentes de cuello blanco”, decía su comunicado. Tanto el asesinato como el secuestro terminaron siendo muy beneficiosos para los Araújo que se quedaban sin competencia. Dos años después, Hernando Molina Araújo, el primo de la ex canciller, fue el único candidato que se presentó a la gobernación de El César.
La ayuda paramilitar volvió unas semanas antes de las elecciones parlamentarias nacionales de 2002. Víctor Ochoa fue secuestrado por los paramilitares cuando dirigía un acto de campaña. No era nada nuevo. El y su familia habían sido secuestrados por las guerrillas y los paramilitares siete veces. Sin embargo, esta vez no querían dinero. Según declaró su hermano, y entonces alcalde de Valledupar, Elías Ochoa a la Corte Suprema, Alvaro padre e hijo le dijeron que la candidata de la familia, Juana Ramírez, debía renunciar a su candidatura para Diputados y presentarse como la segunda en la lista de Alvaro Araújo hijo para el Senado. Los Ochoa aceptaron y Alvaro ganó por primera vez una banca en la Cámara alta.
Por este caso, padre e hijo están procesados. El primero está prófugo y el segundo está preso. El hermano de la ex canciller, además, fue uno de los firmantes del acuerdo de Ralito, el trato que sellaron varios dirigentes costeños con los jefes paramilitares de la región para asegurar “la paz social” y que destapó todo el escándalo de la llamada “parapolítica”. En la computadora de Jorge 40, que confiscó la policía antes de que se entregara, se encontró una grabación en la que el jefe paramilitar le garantiza al resto de la cúpula que si Uribe no lograba presentarse para la reelección, “Alvarito” era la segunda mejor opción.
En los últimos años, el árbol genealógico de los Araújo fue ganando lugares de poder en Bogotá. Además de Consuelo en la Cancillería y de Alvaro en el Congreso, su tío Edgardo Maya Villalón es el procurador general de la Nación y su primo Jaime Araújo Renteria es juez de la Corte Constitucional. Antes de ser detenido, Alvaro hijo advirtió: “Si caigo yo, cae la canciller, cae el procurador y cae hasta el presidente”. Por primera vez desde que comenzó la lluvia de denuncias la Casa de Nariño tembló. Antes de renunciar, la ex canciller llevó en secreto a su hermano a una reunión con el fiscal general. Días después, la policía arrestó a Alvaro, quien inmediatamente renunció a su banca para que no lo investigue la Corte Suprema, sino la Fiscalía. Nuevamente, en el palacio presidencial respiraron tranquilos.
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