Domingo, 8 de abril de 2007 | Hoy
EL MUNDO › DESPUES DE LA REVOLUCION, VUELVE EL COMUNISMO
El Parlamento ucraniano estaba rodeado ayer. Miles de personas con banderas y remeras rojas se unieron a las marchas y al campamento que desde el lunes se instaló en la Plaza de la Independencia y a los costados de la Rada para repudiar la disolución de la Asamblea que ordenó el presidente Viktor Yushchenko. La presión de los seguidores del primer ministro prorruso Viktor Yanukovich empezó a surtir efecto. De forma sorpresiva, el presidente Yushchenko canceló su discurso de Pascuas y prefirió no mostrarse en público. El clima de efervescencia política era tal en la capital ucraniana que uno de los ministros del gabinete de Yanukovich mencionó por primera la posibilidad de destituir al presidente. Los manifestantes, en tanto, también pidieron condenar al mandatario por atentar contra la estabilidad y la legalidad del país. La Kiev de la Revolución Naranja, la que hace sólo tres años quería ser más occidental, ayer empezaba a teñirse otra vez de rojo comunista.
La nueva crisis ucraniana quedó expuesta ayer después de que ni una de las principales festividades del país, la Pascua, pudiera opacarla. La ex república soviética tiene una amplia mayoría de católicos, entre ortodoxos, apostólicos romanos y uniatas –una rama particular de Europa del Este–. No obstante, miles de fieles aprovecharon el fin de semana para ir al centro de la capital y unirse al campamento frente al Parlamento.
“Ya estoy harta de vivir en un país inestable”, aseguró Nadezhda Bychenko, una madre jubilada de 48 años, que llegó desde la ciudad de Kirovograd, en el sureste del país, con otros 150 simpatizantes de Yanukovich. Al lado suyo, un hombre de Kerch, otra ciudad del sur, cuestionó la dirección pro-occidental que está tomando el presidente Yushchenko. “Estoy aquí para apoyar a Viktor Yanukovich. No necesitamos una guerra, no necesitamos a la OTAN”, sostuvo.
El conflicto en Kiev se va transformando cada vez más en un duelo entre el presidente Yushchenko y el premier Yanukovich. El enfrentamiento de estos dos dirigentes empezó durante la Revolución Naranja a finales de 2004. En aquel momento, la mayoría de la sociedad ucraniana se había levantado contra el régimen prorruso que venía dominando el país desde la disolución de la Unión Soviética, a principios de los noventa. En esa oportunidad Yushchenko fue el vencedor y Europa y Estados Unidos sumaron un nuevo aliado. Sin embargo, el año pasado, y tras disolver al gobierno de su ex aliada naranja Yulia Timosehnko, Yanukovich volvió a hacerse del gobierno y retomó la puja con el aliado de Occidente. Desde entonces el premier intenta que el Parlamento apruebe una reforma constitucional y limite los poderes del presidente.
Los intentos de Yushchenko por acercar a Kiev a Europa, especialmente la iniciativa para sumarse a la OTAN, no fueron bien recibidos por gran parte de la sociedad ucraniana y particularmente por Rusia. La primera se niega a ser arrastrada a los compromisos actuales –Afganistán– o futuros de la alianza militar europeo-estadounidense. Para la segunda significaría abrir la puerta de su patio trasero a sus rivales. El gobierno de Vladimir Putin ya demostró que sigue manteniendo un interés muy activo cuando se trata de sus ex aliados. En los últimos meses ha calificado como un peligro para su seguridad nacional la instalación de un sistema misilístico estadounidense en Polonia y República Checa, dos ex repúblicas soviéticas. El viernes Putin llamó por teléfono a Yushchenko y le comunicó su preocupación por la crisis y los posibles efectos que ésta pudiera tener sobre el resto de la región.
Por primera vez, las marchas se trasladaron ayer al edificio de la Comisión Electoral Central, la institución responsable de organizar las elecciones adelantadas convocadas por el presidente Yushchenko. Los manifestantes y la oposición liderada por Yanukovich se niegan a que se empiecen a organizar los comicios antes de que la Corte Constitucional determine la legalidad del decreto presidencial que disolvió el Parlamento el lunes pasado. La oficina de la Presidencia estaba preparando ayer una denuncia penal contra el premier si sigue dilatando el proceso electoral. Sin embargo, el verdadero veredicto lo tendrá la Corte Constitucional esta semana. Hace tres años, en este mismo escenario, se forjó la Revolución Naranja. Hoy el color que inunda las calles de Kiev es el rojo.
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