El presidente afgano, Hamid Karzai, sorprendió al anunciar que se había reunido con jefes talibanes. El mandatario había pedido en el pasado abrir negociaciones de paz con estos grupos y con los antiguos señores de la guerra. Sin embargo, nunca había avanzando sobre ello. En gran medida porque Estados Unidos, su principal aliado, está en una guerra contra los talibanes desde que invadió el país en 2001. La expectativa que creó el anuncio de Karzai se vio opacada por las declaraciones de un vocero de la cúpula talibán, quien ayer negó cualquier contacto con el gobierno afgano.

Karzai defendió su acercamiento a los jefes talibanes y sostuvo que las conversaciones son parte de los esfuerzos por pacificar al país. “Ya hace un tiempo que hay representantes del régimen talibán que se están reuniendo con distintos funcionarios de este gobierno”, aseguró el mandatario en una conferencia de prensa. “Algunos talibanes incluso han venido a hablar conmigo”, agregó. Karzai no quiso dar detalles de lo que se habló o si se alcanzó algún acuerdo.

Pero mientras el presidente afgano presentaba su primer éxito diplomático, un coche bomba mataba a cuatro civiles y hería otros cuatro en el centro de Kabul. Además, más tarde, Zabiullah Mujaheed, vocero de los talibanes, desdecía al presidente. “Los talibanes no quieren hablar con un gobierno títere”, aseguró. “El gobierno de Karzai no tiene poder y todas las políticas son diseñadas por Estados Unidos”, agregó.

Mientras el sector de los talibanes dirigido por Mullah Omar se niega a reconocer, y en consecuencia dialogar, con el gobierno de Karzai, la estrategia del mandatario sí funcionó con cientos de ex funcionarios y oficiales del antiguo régimen. Desde el inicio de su gobierno, Karzai buscó imprimirle a la lucha militar de las fuerzas extranjeras una dimensión política, que permitiera una reconciliación de los grupos locales. Algo similar a lo que el gobierno iraquí está intentando hacer ahora con los ex aliados de Saddam Hussein.

Pero los jefes talibanes rebeldes también están haciendo su propio reclutamiento. Las autoridades afganas estiman que, sólo durante el año pasado, los insurgentes sumaron a miles de combatientes a sus filas. Ese año, los muertos en atentados superaron los cuatro mil. En estos últimos tres meses, las víctimas por los atentados de la insurgencia ya alcanzaron las 750 y el número de ataques con coches bomba, atacantes suicidas y explosivos caseros no paran de aumentar mes a mes.