Sábado, 28 de abril de 2007 | Hoy
La creciente debilidad del gobierno de George Bush se puso de manifiesto nuevamente ayer, cuando el premier ruso, con tono desafiante, puso límites a su expansión militar en Europa oriental.
Por Pilar Bonet y Ricardo M. De Rituerto *
Desde Moscú y Oslo
El presidente ruso subió ayer un peldaño en la escalada de la tensión con Occidente y afirmó que la instalación de parte del escudo antimisiles de EE.UU. en Polonia y la República Checa multiplica “el riesgo de destrucción mutua”, una frase con innegables resonancias de la guerra fría y su equilibrio de terror atómico. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, todavía bajo los efectos del traumático enfrentamiento de la víspera, expresó su preocupación por una retirada rusa del Tratado de Armas Convencionales en Europa.
Putin afirmó ayer que su país responderá a la instalación de elementos de una defensa antimisiles de EE.UU. en Europa y que éstos suponen una amenaza equivalente a la que representaron en otra época los misiles nucleares Pershing. Al mencionar el famoso misil estadounidense emplazado en Europa Occidental durante la guerra fría, Putin incrementó la sensación de retorno acelerado, al menos, retórico, al enfrentamiento de bloques propio de aquel periodo. Los Pershing y su contrapartida soviética, los SS-20, desaparecieron del continente en virtud de los acuerdos firmados por EE.UU. y la URSS siendo líder de este país Mijail Gorbachov. Un hito en el desarme de las dos superpotencias fue el acuerdo de liquidación de misiles de corto y medio alcance de 1987. Los argumentos utilizados entonces por la URSS para considerar los misiles occidentales como estratégicos –es decir, que podían alcanzar su territorio– son los que Putin aplica ahora al escudo antimisiles. “Estos sistemas controlarán el territorio ruso hasta los Urales, si nosotros, claro está, no adoptamos medidas de respuesta y lo vamos a hacer”, subrayó ayer.
“No es sólo un sistema de defensa, sino parte de un sistema de armamento nuclear norteamericano”, dijo el líder ruso, tras reunirse con Václav Klaus, el presidente de la República Checa, donde EE.UU. planea ubicar equipos de radar en el marco de la defensa antimisiles. Putin consideró ayer que estas instalaciones incrementan el riesgo de “destrucción mutua”. “Este no es solo un sistema de defensa, esto es parte de un sistema de armamento norteamericano”, dijo. “Por primera vez en la historia, elementos del complejo nuclear estratégico norteamericano aparecen en el continente europeo”, añadió. “Esto es para nosotros lo mismo que la instalación de los misiles Pershing. La amenaza es absolutamente la misma”, concluyó. “Esta es una parte inalienable de las armas estratégicas norteamericanas y cambiará radicalmente el sistema de seguridad en Europa”, sentenció. Por su parte, el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, calificó ayer de “jarro de agua fría” la suspensión por parte de Rusia de la aplicación del Tratado de Armas Convencionales en Europa –CFE, en sus siglas en inglés–, firmado en 1990 y modificado en 1999.Los aliados trataban ayer de evitar un desbordamiento del encontronazo con Moscú y Scheffer insistía en que “es en el Consejo OTAN-Rusia donde se discuten los asuntos sobre los que se está de acuerdo y aquellos sobre los que se discrepa”. “Cuando no hay acuerdo, son más interesantes” las reuniones del consejo, reconoció el secretario general con un punto de humor, antes de reiterar la preocupación aliada por lo ocurrido. “Valoramos muchos el tratado y cualquier intención de denunciarlo me preocupa”, dijo. El debate político fue tan apasionado que ayer los aliados seguían esperando aclaraciones sobre lo que intenta hacer Putin. “Creemos que son necesarias algunas aclaraciones”. indicó Scheffer.
La OTAN se mantiene firme en su negativa a no ratificar el CFE mientras Rusia no evacue sus tropas de Georgia y Moldavia, vínculo causal establecido por los aliados que Moscú considera una interpretación abusiva del tratado. Rusos y aliados van a seguir hablando, pero la atmósfera no es constructiva. Sobre Kosovo –asunto que los aliados insistieron ayer en ver resuelto cuanto antes en el marco de la ONU con vistas a poner en marcha un proceso controlado–, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, comentó que las intenciones occidentales atufan a “imperialismo”. Para resolver el conflicto de Kosovo en los términos que desean los aliados es necesaria la colaboración rusa.
* De El País de España. Especial para Página 12.
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