Jueves, 24 de mayo de 2007 | Hoy
El presidente Bush defendió la guerra con información desclasificada de los servicios de inteligencia durante un discurso que dio ayer en Washington, después de su triunfo legislativo contra los demócratas, que intentaron en vano imponerle una fecha de retirada.
Por Antonio Caños *
Desde Washington
Alentado por la renuncia del Partido Demócrata a establecer una fecha para la retirada de Irak, el presidente norteamericano, George Bush, salió enérgicamente en defensa de la guerra con información desclasificada de los servicios de inteligencia que parecen demostrar que el propio Osama bin Laden ha tratado de convertir Irak en una base desde la que preparar atentados terroristas contra Estados Unidos y otros países.
Desde la lógica de Bush, ésa es la prueba de que es necesario seguir en Irak y ganar esa guerra cueste lo que costare. Y ése es el camino que parece que Estados Unidos va a seguir después de que los demócratas, frustrados por la amenaza de Bush de vetar cualquier ley que imponga un calendario para la retirada de las tropas, aceptasen el martes un acuerdo para financiar la guerra, más o menos en los términos exigidos por la Casa Blanca.
El acuerdo, que será votado antes del fin de semana en ambas cámaras del Congreso, prevé cerca de 100.000 millones de dólares (unos 74.000 millones de euros) para Irak y Afganistán, sólo relativamente condicionado a que el gobierno iraquí tome una serie de medidas destinadas a la reconciliación nacional. El presidente Bush está obligado, según el acuerdo, a informar en julio y septiembre al Congreso sobre el cumplimiento de esas condiciones por parte de las autoridades iraquíes, pero en último caso sólo el presidente puede tomar la decisión de suspender la ayuda a Irak, haga lo que hiciere el gobierno de ese país.
En un discurso ayer en la Academia de Guardacostas de Estados Unidos, Bush aludió a esas condiciones impuestas a las autoridades iraquíes y advirtió que “el pueblo iraquí tiene que sentir que su gobierno está tomando medidas para unir al país”. Pero el grueso de su intervención estuvo dedicado a defender su actual estrategia en Irak.
Bush aseguró, apoyándose en datos de los servicios secretos, que la guerra contra el terrorismo y contra Al Qaida pasa actualmente por una victoria en Irak. “Una victoria en Irak es importante para Bin Laden, para Estados Unidos es vital”, dijo.
De acuerdo con esas informaciones, oportunamente desclasificadas ahora, Bin Laden hizo varios intentos a partir de 2005 de incrementar su presencia en Irak y establecer allí una base operativa desde la que actuar en el resto del mundo, particularmente contra intereses norteamericanos. Esos intentos se vieron frustrados en su momento, según los datos aportados por la Casa Blanca, porque Estados Unidos detuvo o mató a los activistas elegidos por Bin Laden para poner en marcha esa infraestructura.
El último militante de Al Qaida designado para la misión en Irak, de acuerdo con la información facilitada ayer en Washington, fue Abd Al Hadi Al Iraqi, un antiguo jefe militar en Afganistán y estrecho colaborador de Bin Laden, que nunca llegó siquiera a pisar Irak porque fue detenido a finales del año pasado en Pakistán y trasladado recientemente a Guantánamo.
Antes de él, Bin Laden había discutido en 2005 sobre la creación de una base terrorista en Irak con el jordano Musab al Zarqawi, que ya estaba entonces en aquel país combatiendo a las tropas norteamericanas. Según la información desclasificada, Zarqawi había llegado a transmitir a Bin Laden algunos progresos en los planes discutidos. Como parte de esos planes, siempre según la misma fuente, Bin Laden ordenó el traslado a Irak de unos de sus principales lugartenientes, Hamza Rabia, con instrucciones más precisas para Zarqawi. Otro destacado miembro de Al Qaida, Abu Faraj al Libi, llegó a sostener en algunas reuniones a las que aparentemente han tenido acceso espías norteamericanos que si la operación de Rabia y Zarqawi tenía éxito, Irak pasaría a convertirse en la principal base de operaciones de Al Qaida. Pero Abu Faraj fue capturado en mayo de 2005 y trasladado a una cárcel secreta de la CIA, Rabia fue asesinado en Pakistán en diciembre de ese mismo año y Zarqawi murió en un enfrentamiento con soldados norteamericanos en Irak en junio de 2006.
Toda esta información desclasificada, de ser cierta –el reparo no es gratuito considerando el valor de otros datos facilitados por la administración para justificar la guerra de Irak– viene simplemente a confirmar que Bush no está dispuesto a dar un solo paso atrás en Irak. Visto que los demócratas se han confesado impotentes para torcer esa voluntad, sólo cabe esperar una profundización del conflicto.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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