Jueves, 14 de junio de 2007 | Hoy
EL MUNDO › MATAN A UN DIPUTADO ANTISIRIO DEL BLOQUE DE HARIRI, A SU HIJO Y A OTRAS OCHO PERSONAS
El atentado contra un político en Beirut se produjo en un momento de desestabilización del país: cuando persisten los combates entre el ejército y los extremistas de Fatah al Islam en un campo de refugiados palestinos. Y se acaba de poner en marcha el tribunal internacional que juzgará a los asesinos del ex premier Rafik Hariri.
Por Georgina Higueras *
desde Beirut
La mano negra que asfixia Líbano volvió ayer a cebarse en una zona de recreo de Beirut, donde un atentado acabó con la vida del diputado Walid Eido, miembro del gobernante Movimiento Futuro que lidera Saad Hariri, el hijo del también asesinado ex primer ministro Rafik Hariri. La explosión, supuestamente activada por control remoto en cuanto el diputado entró en su coche, mató a otras nueve personas, incluido un hijo del político. Con Eido son ya siete los libaneses antisirios asesinados en los dos últimos años. Once personas fueron hospitalizadas, pero en las inmediaciones del atentado podían verse otras ensangrentadas y heridas con numerosos cortes producidos al reventar, por la potente explosión, los cristales de puertas y ventanas de la zona.
Eido, un ex magistrado de 65 años que presidía la Comisión Parlamentaria de Defensa e Interior, acudía a diario a bañarse a esa zona del litoral de la capital, en la que se encuentran varios clubes selectos, incluido uno militar. Además, hay un pequeño parque de atracciones que también resultó seriamente dañado. El atentado se produce en un momento de grave desestabilización del país, mientras persisten los combates entre el ejército y los extremistas de Fatah al Islam en el campo de refugiados palestinos de Naher el Bared, en el extremo noroccidental del Líbano, a escasos kilómetros de la frontera con Siria.
Precisamente ayer, un portavoz de ese grupo dijo en una entrevista telefónica con el diario Asharq Alawsat desde el interior del campo que, como el ejército no levante el cerco a que los tiene sometidos desde el 20 de mayo, atacarán a los políticos libaneses, empezando por el primer ministro Fuad Siniora. El portavoz, que indicó que el súbdito saudí Shahin Shahin se ha hecho cargo del liderazgo de Fatah al Islam al desaparecer su fundador Shaker Absi, amenazó a la clase dirigente libanesa con el uso de motocicletas bomba y explosivos. Saad Hariri, en una entrevista con El País el domingo pasado aseguró que Fatah al Islam está conectado con los servicios de Inteligencia sirios y responsabilizó directamente al régimen de Bachar el Asad del asesinato de su padre. El pasado día 10 se puso en marcha el tribunal internacional que juzgará a los asesinos de Hariri y de otros políticos, periodistas y activistas libaneses muertos en los dos últimos años. La potente explosión afectó los hoteles y restaurantes cercanos. No se ha confirmado la detención de un hombre que se encontraba en la octava planta de un edificio en obras desde la que se podía ver la salida de Eido del Sporting Club y supuestamente activar la bomba que lo mató en el acto, al igual que a su hijo Jaled. Ambos quedaron irreconocibles. Los dos guardaespaldas salieron despedidos del coche.
De momento no se sabe quiénes son los otros seis fallecidos porque sus cuerpos también quedaron totalmente desfigurados. La deflagración se escuchó por todo Beirut y una columna de humo negro se elevó al cielo, pero en pocos minutos los bomberos apagaron el fuego desatado que afectó a otros coches estacionados en ese aparcamiento al aire libre. Algunos de los muchos libaneses que se precipitaron hacia la zona del atentado gritaron consignas antisirias. Eido era un sunnita que durante la guerra civil –1975-1990– militó en las milicias sunnitas y esa parte de Beirut está habitada por sunnitas. El atentado ocurrió a menos de dos kilómetros del lugar donde el 14 de febrero de 2005 un coche bomba acabó con la vida de Rafik Hariri y otras 22 personas. El asesinato del multimillonario y popular político dio origen a la llamada Revolución de los Cedros, que acabó con 30 años de presencia militar siria en Líbano.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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