Jueves, 14 de junio de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › EL TRADICIONAL CAFE ABRE COMO BAR Y ESPACIO PARA SHOWS DE TANGO
El mítico café abre al público el 20 de junio, después de 15 años. Tendrá espectáculos de tango, exposiciones y un lugar para eventos.
Por Eduardo Videla
La esquina de Rivadavia y Rincón recupera parte de su historia emparentada con el tango. El Café de los Angelitos, cerrado hace 15 años y demolido hace 7, vuelve a abrir sus puertas al público el miércoles próximo, ya no como ese bar de barrio que se conoció hasta su clausura y mucho menos como el refugio de payadores de sus primeros tiempos, sino como un espacio de cena-tango-show, pensado sobre todo para el turismo pero también para el consumo local. Sus propietarios dicen que estará abierto las 24 horas, de día como café y restaurant, de noche para espectáculos. También prometen un espacio para la Asociación de Amigos del Café, un grupo de vecinos que viene batallando desde hace años por la reapertura del lugar.
El emprendimiento empresario es mucho más pragmático que el interés de esos vecinos, que todos los miércoles se reúnen en la vereda para escuchar y bailar tango. Los inversores –un grupo de empresarios gastronómicos– ya hicieron una gira por países europeos para promocionar el lugar, cuya inauguración se postergó casi un año por los requisitos para la habilitación.
En 1992, el Café de los Angelitos era un bar arruinado por el paso del tiempo. Sus parroquianos lo empezaron a valorar más cuando tuvo que cerrar, después de que una tormenta provocara el derrumbe de un techo. Así estuvo durante ocho años, esperando una mano salvadora, hasta que en el 2000 tuvo que ser demolido porque su estructura no resistía más y era considerada un peligro.
Aunque las paredes no son las mismas, se trata de un sitio con historia. Empezó en 1890, con el nombre de Bar Rivadavia, con piso de tierra, frecuentado por jornaleros que trabajaban en el Mercado Spinetto. De esa época datan las payadas de Gabino Ezeiza y José Betinotti. Dice la leyenda que fue el comisario del barrio el que lo bautizó, cuando se refería con ironía a los parroquianos más bravos con el mote de “angelitos”.
Desde su inicio, el lugar tuvo una sociedad íntima con el tango: en una de sus mesas, Carlos Gardel y José Razzano firmaron el contrato para su primera grabación, en los años ’20. Luego fueron habitués Aníbal Troilo y Julio De Caro. Y como no sólo de tango vive la historia, la cercanía del Congreso y de la sede del Partido Socialista le aportó presencias célebres como la de Juan B. Justo y Alfredo Palacios. Hasta que el lugar comenzó a languidecer, en los años ’60.
Ahora, el regreso es a toda orquesta, y no sólo por la inversión, estimada en más de dos millones de pesos. Anoche, Página/12 pudo presenciar el ensayo del espectáculo que se ofrecerá desde la semana que viene. Un cortinado bordó separa el salón del café del espacio con mesas desde donde se puede ver la función. También hay una planta alta, una suerte de palco vip, también con vista a un escenario de dos pisos: abajo los bailarines, arriba la orquesta.
Ya no está la empalizada metálica que durante tres años ocultó el frente del edificio en obra. Por eso y porque las luces estaban encendidas, los vecinos se iban acercando a curiosear. Algunos iban de traje y vestidos de ocasión: eran los miembros de la Asociación que estaban invitados para presenciar el ensayo.
La estética del salón tiene poco de aquella que lució en sus últimos años, pero el diseño se inspira en los salones de principios del siglo XX: grandes ventanales en guillotina, puertas vaivén y boisserie de cedro. Y sobre la barra principal, de madera, se levanta un balcón, el llamado “palco de la victrola”, pensado para que uno o dos músicos hagan sonar instrumentos ante la concurencia.
Tanto el salón principal como la planta alta están decorados con una selección de fotografías con imágenes de la ciudad y de personajes ilustres de 1920 a 1950. La muestra es fruto de una búsqueda en el Archivo General de la Nación y la Dirección de Museos de la Ciudad.
El local se inaugura el martes a la noche, con un cóctel para invitados especiales, y abrirá al público el Día de la Bandera. Ese mismo día quedará inaugurada una exposición de fotografías, el salón de usos múltiples ubicado en el subsuelo del local. “Hicimos un convenio con el gobierno de la ciudad para que siempre haya una exposición en el lugar”, dijo a Página/12 Jorge Tejada, director comercial de la empresa. Ese espacio también será utilizado para la organización de eventos.
“Estamos muy contentos con la reapertura del Café y muy agradecidos por la posibilidad de que nos den un espacio, un día por semana”, dice Beba Morales, presidenta de la Asociación de Amigos del Café de los Angelitos. Ella, con Silvia Boxer y las docentes Gladys Ortellao y María Irauzo, fueron las pioneras de esa gesta romántica que mantuvo viva en esa esquina la memoria del Café de los Angelitos.
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