Raúl Castro presidió ayer la primera sesión anual del Parlamento, que acusó al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, de mantener la política de eliminar a Fidel Castro, tras condenar los planes de asesinato revelados por la CIA esta semana. La sesión tuvo como punto de partida los documentos desclasificados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y se instaló en medio de un duelo verbal entre Bush y Fidel, cargado de ironías, sobre la muerte del convaleciente gobernante cubano, de casi 81 años, que tituló un artículo “El buen Dios me protegió de Bush” en una sus ya habituales reflexiones entregada a la prensa.

“Lo que ahora reconoce la CIA no es historia antigua. Es realidad presente”, dice la declaración del Parlamento. “La conducta del Gobierno de Bush muestra claramente su intención de seguir empleando contra Cuba los métodos más execrables”, añadió. En el mismo sentido, el líder cubano, que delegó el poder en su hermano Raúl el 31 de julio de 2006 mientras se recupera de una grave enfermedad intestinal, reaccionó jocosamente ante lo que Bush dijo el jueves: “Un día, el Buen Señor se llevará a Fidel Castro”.

“Ahora comprendo por qué sobreviví a los planes de Bush y de los presidentes que ordenaron asesinarme: el Buen Dios me protegió”, respondió Castro en un artículo publicado este viernes en el diario oficial Granma.

Según los documentos desclasificados el martes, conocidos como “Joyas de la familia”, la CIA ofreció 150.000 dólares a dos miembros de la mafia en 1960 para matar Castro, que dice haberse librado de más de 600 planes de asesinato en sus 48 años en el poder. “Son pruebas irrefutables de que esos viles propósitos, ahora reconocidos, no son cosa del pasado y de que ésa sigue siendo la política de los actuales gobernantes estadounidenses”, subrayó el texto de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP).

En su discurso el jueves en la Escuela Naval de Guerra de Newport, en Rhode Island, Bush dio a entender que la muerte de Fidel constituirá un “reto interesante” para Estados Unidos, que somete desde hace casi medio siglo a un embargo económico a Cuba. Pero los parlamentarios cubanos advirtieron a la administración Bush, en su declaración, que “junto a Fidel y Raúl” defenderán la revolución socialista al precio de sus propias vidas.

La sesión fue inaugurada con un minuto de silencio por la muerte de la esposa de Raúl, Vilma Espín, fallecida el 18 de junio a los 77 años tras una larga enfermedad. “Fue un ejemplo insuperable de lealtad, firmeza y modestia”, dijo el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón.

Vestido con su uniforme de general del Ejército y sentado próximo a las sillas vacías de Fidel y de su esposa Vilma, Raúl Castro, ministro de Defensa, de 76 años, escuchó los informes de ministros y otros funcionarios de Estado. Esta sesión es la segunda que dirige Raúl. La primera, en diciembre pasado, fue realizada en medio de una gran expectativa por una eventual reaparición de su hermano, que desde que fue visto por última vez en público, el 26 de julio de 2006, sólo ha aparecido en fotos, videos y, el pasado 5 de junio, en una entrevista grabada.

Con 527 diputados presentes, la primera de las dos sesiones anuales de la ANPP está centrada en la discusión de los problemas más graves que afectan a la isla, como el transporte, la alimentación y la vivienda.

La ministra de Finanzas y Precios de Cuba, Georgina Barreiro, declaró resuelto el problema de las deudas al sector agropecuario, situación que había generado desconfianza de los productores y afectado la producción.

Hace seis meses, Raúl, que dice que no busca imitar el liderazgo de Fidel y se ha declarado abierto a las discrepancias y la crítica, exigió a los funcionarios más rigor, eficiencia y menos justificaciones para enfrentar los problemas del país.

Durante la sesión, que prevé concluir el sábado, los diputados debaten también temas como el combate a la corrupción y la burocracia, dos aspectos en los que Raúl Castro ha puesto especial atención.