Sábado, 1 de septiembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › CRECE LA EXPECTATIVA POR UN CANJE DE PRISIONEROS CON LA GUERRILLA COLOMBIANA
En un clima distendido, en el que abundaron las bromas y las expresiones de buena voluntad, los mandatarios se reunieron a solas para analizar los últimos avances en la compleja negociación para obtener la liberación de 45 secuestrados por las FARC. El presidente venezolano anunció que recibirá a un delegado de la guerrilla en Caracas.
La cumbre de ayer entre Hugo Chávez y Alvaro Uribe estuvo marcada por la distensión. Los dos mandatarios se encontraron en Hato Grande, la quinta presidencial. Allí, a apenas unos kilómetros al norte de Bogotá, discutieron a puertas cerradas sobre los posibles escenarios para alcanzar un acuerdo con las FARC y asegurar así la liberación de 45 secuestrados, entre ellos la ex candidata presidencial franco-colombiana Ingrid Betancourt y tres ciudadanos estadounidenses. Al término de la reunión, Chávez confirmó que recibió una propuesta de las FARC para reunirse con él en Venezuela y negociar. Nicolás Sarkozy lo llamó anoche para pedirle que reclame una prueba de vida de Betancourt.
En Colombia ya hacía varios días que se vivía una gran expectativa por la llegada del presidente venezolano. Esta semana se difundieron varios rumores que alimentaron las esperanzas de un posible acercamiento entre el gobierno y la cúpula guerrillera. Primero, las versiones periodísticas, tanto colombianas como venezolanas, que aseguraban que Chávez había recibido una primera oferta de las FARC. Segundo, el anuncio que hizo Uribe el jueves confirmando que el movimiento insurgente entregaría a una delegación internacional los cuerpos de los once diputados provinciales muertos durante su cautiverio, en junio pasado.
El clima de anticipación terminó de estallar ayer por la mañana cuando el avión en el que viajaban Chávez y su delegación aterrizó en un aeropuerto militar al oeste de Bogotá. Allí lo esperaban el canciller colombiano, Fernando Araújo, y una multitud bulliciosa de periodistas. El presidente venezolano bajó del avión vestido con su tradicional campera roja y acompañado de su vicepresidente y seis ministros. En medio de los saludos protocolares, el mandatario rompió con todo formalismo y abrazó efusivamente a Araújo. El canciller colombiano es una víctima directa de la guerrilla. A principio de este año sorprendió a todo el mundo al lograr escaparse de un cautiverio de seis años y reinsertarse, casi de inmediato, a la vida política.
Antes de subirse a los autos blindados que lo esperaban para llevarlo a su cita con Uribe, Chávez se tomó unos minutos para calmar a la prensa. “Vengo con mi fe puesta, con mi optimismo más grande que pueda tener por las relaciones bilaterales con Colombia, por poder contribuir en el tema del canje humanitario, en el tema de la búsqueda de la paz, paz para todos, paz para Venezuela, paz para Colombia”, aseguró. A pesar de su usual verborragia, el mandatario esquivó con mucha simpatía las preguntas sobre la supuesta propuesta de las FARC.
El trayecto hasta la quinta presidencial no fue muy largo. Uribe los estaba esperando con su propia comitiva compuesta por la mayoría de su gabinete, el comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, y la senadora opositora y recientemente designada mediadora en las negociaciones, Piedad Córdoba. El presidente se reunió a puertas cerradas con Restrepo y Córdoba antes de la llegada de la delegación venezolana. “Más que una reunión fue un encuentro informal, en el que se analizaron los escenarios reales y otros no tanto frente a toda esta situación del canje”, aseguró uno de los asesores presidenciales, José Obdulio Gaviria.
La visita de Chávez volvió a ganar un halo de formalidad cuando las dos comitivas comenzaron con los saludos del protocolo militar. Se escucharon los dos himnos nacionales y se realizó el tradicional intercambio de regalos. Una vez superado el momento, Chávez y Uribe obligaron al resto a retornar a un clima más distendido. “Ojo que éste es chavista”, bromeó el mandatario colombiano al presentar a su ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego. Los dos rieron y continuaron con las presentaciones. Cuando le tocaba el turno al comisionado de Paz, el presidente colombiano volvió a recurrir a su sentido del humor. “Este es el comisionado de Paz. Siquiatra. No sé cómo esos bandidos no han enloquecido al siquiatra”, dijo. Chávez, en pos de la distensión del encuentro, no discutió la definición de bandidos que había dado Uribe a los guerrilleros y prefirió seguirle la broma. “Yo tengo de siquiatra al vicepresidente mío”, respondió, señalando a Jorge Rodríguez. Nuevamente, los dos rieron.
Ya al filo del mediodía, los dos presidentes dejaron atrás las fotos, los abrazos y el protocolo y se internaron solos en uno de los salones de la quinta durante horas. Después le sucedieron reuniones junto con sus cancilleres y sus ministros. Anoche, una multitud de periodistas seguía esperando ansiosa cualquier señal, insinuación o al menos un guiño que les hiciera saber si habían avanzado en algo. Los mandatarios, en cambio, siguen optando por el hermetismo.
Según fuentes de la embajada venezolana en Bogotá, Chávez no se volvería inmediatamente a Caracas. Primero haría una parada en la capital colombiana para reunirse con un grupo de familiares de los rehenes, que intenta liberar. Quizá les tenga noticias.
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