La presidenta chilena, Michelle Bachelet, repudió ayer la violencia ocurrida en barrios periféricos de Santiago la noche del martes, que dejó un policía muerto y 42 efectivos heridos, además de unos 350 detenidos, en el marco de un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1973. “Parece inaceptable que en una fecha que tiene un sentido para los chilenos, de mirar cómo somos capaces de vivir en democracia y seguir construyendo un país más justo, pero a la vez más democrático, haya actos de violencia, de matonaje, como los que hemos visto”, dijo Bachelet.

El cabo segundo Cristian Vera, de 36 años, quien recibió un balazo en la cabeza, murió en la madrugada de ayer en el hospital de Carabineros, en el que ingresó tras ser herido por desconocidos en el barrio de Pudahuel, al oeste de Santiago. En ese mismo centro asistencial permanecen internados otros 42 policías, cuatro de ellos en grave estado, tras recibir distintas heridas en los violentos incidentes que se extendieron hasta la madrugada. En total, durante la noche se registraron más de 300 detenidos en todo el país, 206 de los cuales fueron apresados en Santiago, donde se concentraron los disturbios.

“Los hechos ocurridos no tienen relación con la conmemoración de la fecha trágica que es el 11 de septiembre”, afirmó Bachelet. El gobierno de la presidenta socialista prometió “todo el peso de la ley contra el lumpen”, como dijo el vocero oficial, el ministro Ricardo Lagos Weber. La violencia, rechazada por los actores políticos, copó los barrios pobres de la periferia de Santiago, donde fueron levantadas barricadas y literalmente aisladas amplias zonas urbanas. Los manifestantes con la cara tapada atacaron a la policía con armas de fuego, incluidos fusiles de asalto M-16 y pistolas con miras láser.