Itamaraty era una fiesta. En el palacio modernista de cristal y cemento de la cancillería brasileña, ayer se percibía un clima de celebración: “Esta batalla la ganamos”, comentó escuetamente un diplomático que había trabajado palmo a palmo en el equipo del canciller Celso Amorim para “contornear” la crisis disparada el sábado cuando aviones Supertucano de las fuerzas armadas colombianas, fabricados en Brasil, invadieron el espacio aéreo ecuatoriano, mataron al segundo hombre de las FARC y pusieron en vilo la paz regional.

Brasil asume como una victoria diplomática el consenso logrado ayer por los miembros de la OEA en torno de una resolución que ratifica la “inviolabilidad” de los territorios de sus Estados miembros y crea una comisión investigadora sobre los sucesos en la frontera ecuatoriana. Lula da Silva calificó como “maduro” el acuerdo aprobado en Washington con los votos de Estados Unidos y Colombia.

“Estoy satisfecho con el acuerdo en la OEA. Si nosotros permitimos que una violación territorial siga ocurriendo sin que haya una acción conjunta de todos los países, mañana cualquier frontera puede ser violada. Y hay gente que cree que no necesitan dar explicaciones”, dijo el presidente en una alusión apenas disimulada al gobierno colombiano.

Horas antes, Lula había mantenido un encuentro de hora y media, en el Palacio del Planalto (sede presidencial), con su colega ecuatoriano, Rafael Correa, en el que también participaron el canciller Amorim y el asesor sobre asuntos internacionales, Marco Aurelio García.

“Agradezco profundamente al gobierno de Brasil, a su presidente, querido amigo Lula da Silva; a su canciller, Celso Amorim, porque sin ambages, sin medias tintas, han sabido condenar de forma frontal y directa la agresión a la soberanía de un país”, dijo Correa, solemne, ante decenas de periodistas.

Y un párrafo después repitió aquello que ya había pregonado en los últimos días en Quito y antes de ayer en Lima, primera escala de su gira internacional: “Exigimos a la OEA que se pronuncie de manera rápida ratificando la inviolabilidad de los territorios nacionales, de acuerdo con su carta constitutiva”.

Correa también exigió una condena contra el gobierno de Uribe (a quien había llamado “psicópata” minutos antes en una radio), algo de lo que la OEA no se hizo eco. Y se preguntó si Brasil no habría declarado la guerra a Colombia en un caso semejante al ocurrido el sábado en la frontera ecuatoriana.

En su encuentro reservado Lula y Correa coincidieron, según reveló Amorim, en que la “credibilidad” de la OEA acabaría de desmoronarse si, como lo pretendían Washington y Bogotá, eludía emitir un parecer contra la provocación de Uribe, condenada por la mayoría de los gobiernos sudamericanos.

Desde el domingo, cuando instaló un virtual gabinete de emergencia, integrado por Amorim, Marco Aurelio García y el ministro de Defensa, Nelson Jobim, Lula se volcó de lleno a la crisis andina.

El dispositivo diplomático, contó Amorim, se fijó como meta forjar un consenso con los países “principalmente de Sudamérica” e impedir la injerencia de potencias extrarregionales. Léase Estados Unidos y la Unión Europea. Hubo decenas de llamadas telefónica a las cancillerías vecinas, parte de ellas a la Argentina y ninguna a la secretaria de Estado Condoleezza Rice. No era prioritario hablar con Washington, deslizó Amorim, el lunes.

Ayer el canciller, con una sonrisa contenida, descargó otra insinuación contra la Casa Blanca al asociar a George Bush, sin nombrarlo, al clima de “polarización” regional.

Desde el comienzo de la crisis, Lula buscó equidistancia de Correa y Uribe, pero aun así instruyó a la cancillería para que impulsara en la OEA una propuesta nada simpática para Bogotá: investigar las circunstancias que envolvieron la incursión colombiana del sábado pasado. Sin embargo, ayer a la tarde destacó que estaría dispuesto a reunirse con Uribe si el mandatario colombiano quiere viajar a Brasilia.

La moción de un órgano investigador fue aprobada finalmente ayer por el Consejo Permanente de la OEA y con ella Brasil logró un éxito incontestable sobre Colombia y Estados Unidos, que el martes habían boicoteado la iniciativa.

Los efectos prácticos del órgano investigador sólo se conocerán en las próximas semanas cuando comience a funcionar, si logra hacerlo.

De momento, como planteaba el funcionario de Itamaraty al comienzo de esta nota, la vía diplomática se hizo con un éxito, aunque más no sea provisorio.