Jueves, 6 de marzo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › OPINION
Por Rubén Dri *
En nuestra Latinoamérica se ha producido un hecho político-militar de extremada gravedad. El ejército colombiano, con la sofisticada tecnología que le proporciona el imperio, ha invadido el territorio ecuatoriano y ha masacrado a un grupo de las FARC que se encontraba reposando. Ello merecía y merece la más enérgica condena de todos los países latinoamericanos, pero la OEA, el órgano en el que se encuentran todos –menos Cuba– representados, no lo pudo lograr.
No vamos a negar que ese hecho devela una situación sumamente compleja. ¿Qué hecho político, y más si es político-militar, no está inmerso en una situación compleja? ¿Es que hay situaciones políticas simples? Digo esto, porque de escuchar ciertas intervenciones y leer ciertos análisis, parece que no se puede tomar una posición definida, porque ello implicaría tomar como simple lo que es complejo.
La complejidad funciona entonces como el bosque que no deja ver ningún árbol, cuando en realidad lo que es necesario hacer es mirar el árbol en el bosque y cortar o quemar el árbol si éste es venenoso, para que no se reproduzca y transforme el bosque, haciéndolo venenoso.
El árbol es, en este caso, la invasión del ejército de un Estado al territorio de otro Estado. La invasión se hizo con la doctrina –mejor sería denominarla “cinismo”– de la legítima defensa frente al “terrorismo”, definido éste por el imperio. Si este hecho gravísimo no se condena efectivamente, se abre la puerta para que se transforme en el bosque que envenene todo el continente.
La OEA no pudo hacerlo. Es lógico. ¿Cómo lo lograría si a ella pertenece el árbol más venenoso que se podría imaginar? La invasión del ejército colombiano al territorio ecuatoriano no hizo más que llevar a la práctica el cinismo de la doctrina de Bush, que no reconoce fronteras en la lucha en contra de lo que define como “terrorismo”.
Argentina debe impulsar con los otros países latinoamericanos y del Caribe la más enérgica y efectiva condena del hecho que sienta un siniestro precedente para nuestro continente. No es dejando pasar un hecho tan gravísimo como el que nos ocupa que protegeremos la paz. No atañe sólo a Colombia y Ecuador, sino a todo el continente.
- Filósofo. Profesor de Filosofía de la Religión de la UBA.
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