Izquierda Unida (IU), la tercera fuerza de España, fue ganada por la desolación al obtener uno de los peores resultados de su historia. Con el 98 por ciento de los votos escrutados, IU consiguió unos 950.000 votos, lo que representa el 3,81 por ciento del electorado (1,1 puntos menos que hace cuatro años), y perdió tres de los cinco diputados que tenía. El líder de la coalición Gaspar Llamazares salió a asumir personalmente el fracaso tras las elecciones, en las que el grupo perdió más de 300.000 votos. En conferencia de prensa anunció que no volverá a presentarse como coordinador general de la coalición rojiverde y achacó el retroceso al “tsunami bipartidista” del Partido Socialista (PSOE) y el Partido Popular (PP) –que sumaron el 84% de los votos—. El líder de IU anticipó que propondrá la celebración de una asamblea extraordinaria para elegir a un nuevo líder en la coalición que dirige. Asimismo, Llamazares se quejó de la “injusticia” de un sistema que lo deja sin grupo parlamentario propio –son necesarios 5 diputados o el 5 por ciento de los votos–.