Lunes, 10 de marzo de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ESCENARIO
Por Mercedes López San Miguel
España registró un bipartidismo inédito en estas elecciones: el 85 por ciento de los votos se repartió entre los dos partidos principales, el Partido Socialista (PSOE) y el Partido Popular (PP). Así, entre ambos se quedaron con el 90 por ciento de los diputados. José Luis Rodríguez Zapatero es un referente de la izquierda en Europa, impulsor de avances en reformas civiles en su país y favorable a la entrada de Turquía al bloque europeo. En contraste, Rajoy representa la derecha monárquica, nacional-catolicista y antiinmigración.
Zapatero fue reelecto “porque se impuso la España real”. Así lo explica en diálogo desde Galicia la dirigente socialista Marisol Soneira. “Los españoles quisieron seguir apostando por alguien que cumple sus promesas. Apostaron por la España real: la que necesitan los jóvenes para independizarse, la que necesitan los trabajadores para mejorar sus condiciones laborales.”
En cuatro años de gobierno, el PSOE aprobó un abanico de reformas sociales: matrimonio homosexual, ley de dependencia –de ayuda a personas con discapacidad—, divorcio express, ley de la Memoria Histórica. Soneira destaca ese legado como una “revolución social en España”, que puede interpretarse como “el triunfo de la izquierda en Europa”. Y recuerda un dato: el gobierno del PSOE es partidario de la integración de Turquía a la Unión Europea. Enseguida su tono se apaga y lamenta el ataque de ETA en el País Vasco, que irrumpió en el último tramo de la campaña.
Mucho se especuló en estas horas sobre el impacto de este ataque en los comicios, comparándolo con el atentado de Atocha, en marzo de 2004, tras el cual el PP perdió la contienda electoral. Pero más que el atentado en sí, fueron los engaños de José María Aznar al responsabilizar a la ETA del ataque los que terminaron por inclinar el voto a favor de su rival, Zapatero. En este atentado, el blanco fue un socialista y, en todo caso, el PSOE hizo su mejor elección en el País Vasco, ganándoles, incluso a los nacionalistas. “¿Si impactó en la elección? –dice Soneira—. Al final, los que mataron, si buscaban algún efecto electoral, no lo consiguieron. Sólo acabaron con un padre de familia, con un compañero nuestro.”
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