Desde Madrid

La derrota no fue dramática, como parecía en las primeras horas, pero tampoco del todo dulce. El Partido Popular logra seis escaños más que en 2004, y más votos, e incluso reduce la distancia con los socialistas (14 escaños frente a los 16 actuales) y evita la debacle. Pero seguirá otros cuatro años en la oposición, obtiene una derrota consecutiva y, sobre todo, no logra impedir que el PSOE también suba y se queda muy lejos.

Ya desde el primer minuto de la jornada de ayer, Pío García Escudero se puso una enorme venda antes de la herida. Nada más cerrarse los colegios electorales, el coordinador de campaña compareció ante la prensa con cara de póker para decir: “Agradecemos a los millones de españoles que han depositado su confianza en el PP. Las encuestas son solamente encuestas”. Mariano Rajoy ya había anunciado que no dejaría la presidencia del PP pasara lo que pasase en las elecciones. Con las primeras encuestas, que hablaban de mayoría absoluta del PSOE, esa afirmación se puso en cuestión en muchos dirigentes. Con los resultados que dejaba el escrutinio, esa continuidad, al menos hasta un próximo congreso, parecía más sencilla. Los dirigentes del PP insisten en público en que José María Aznar cosechó dos derrotas antes de llegar al palacio de La Moncloa, pero también son conscientes de que el caso de Rajoy es completamente diferente, porque su primera derrota llegó desde una mayoría absoluta del PP.

El panorama interno en las filas de la derecha queda por tanto completamente abierto tras el resultado de ayer. Desde que Rajoy dirige el PP, este partido ha perdido todas las elecciones menos las municipales, que venció por 160.000 votos.

- De El País de Madrid. Especial para Página/12.