Sarah Palin es todo lo que los conservadores esperaban para la próxima elección presidencial. La gobernadora de Alaska y compañera de fórmula de John McCain es una devota cristiana, madre y esposa, enemiga acérrima del aborto, amante de las armas de caza, y es el terror de los funcionarios corruptos del monocromático estado del Norte. A eso le suma una figura fenomenal, una oratoria convincente y una carrera política muy alejada de la desprestigiada gestión de George Bush.

Como McCain, Palin no viene del establishment republicano. Empezó en la política como concejal de su ciudad, Wasilla, de apenas 5 mil habitantes. Con su entusiasmo y su perseverancia, no le fue muy difícil subir el siguiente peldaño y ganar la alcaldía, dos veces seguidas. En 2002, el entonces gobernador Frank Murkowski la llamó para hacerse cargo de la Comisión de Conservación de Petróleo y Gas, un ente muy poderoso en un estado rico en hidrocarburos como Alaska.

Allí ganó fama de incorruptible, pero también se enemistó con la cúpula del Partido Republicano. En 2006 se presentó en las primarias para el cargo de gobernador con todo el peso del aparato en contra. Palin arrasó y meses después se convirtió en la primera mujer en gobernar Alaska.

Era joven, sólo tenía 42 años, pero desde el principio mostró su personalidad de “barracuda”, como la apodaron sus compañeras de básquetbol del secundario. Vetó la parte del presupuesto que el Congreso había modificado. Como buena conservadora, explicó, había llegado al cargo para bajar los impuestos y cortar todos los “gastos innecesarios”. Sus “logros” llegaron a oídos de los conservadores de Washington cuando logró convencer a los legisladores de Alaska de aprobar la construcción de TransCanada Alaska, un gasoducto de casi 3 mil kilómetros de largo para agilizar y aumentar el transporte de energía al resto de Estados Unidos.

Ayer, en su discurso junto a McCain, recordó que además está peleando por la apertura de la reserva natural ártica a perforaciones petroleras, un tema que será central en los próximos debates presidenciales. Los demócratas y las organizaciones ambientales sostienen que, de hacerlo, se abre la puerta a una posible contaminación de una región estratégica para el futuro.

Su imagen de madre y esposa cariñosa no fue ayer tan convincente como la que dio de dirigente intransigente. En el acto de Ohio la acompañaron cuatro de sus cinco hijos y su esposo, Todd, un esquimal campeón mundial de Iron Dog, la carrera más larga del planeta con trineos a motor. Cuando no se dedica a correr, su media naranja trabaja para una petrolera. La única ausencia fue la de Track, su hijo mayor, que el 11 de septiembre del año pasado se enlistó en el ejército. Como el hijo del otro candidato a vice de esta carrera presidencial, Beau Biden, Track partirá hacia Irak este año.

A pesar de su pasión por la política, Palin asegura que jamás descuida a su familia. Por eso en abril de este año, cuando todavía le quedaban tres años como gobernadora, la ex modelo y periodista deportiva tuvo a su quinto hijo, Trig. Cinco meses antes, su médico le había comunicado que sufría de síndrome de Down. “Ambos hemos sido muy activos en la defensa de la vida. Creemos que cada vida inocente tiene un potencial maravilloso. Lo miro ahora y veo la perfección”, dijo después de dar a luz.

La única mancha en su currículum es la investigación que le abrió el Congreso de Alaska a finales de julio. La acusan de haber presionado al comisionado de seguridad pública para despedir a un policía. El policía era su cuñado y se estaba divorciando de su hermana. Después del escándalo, Palin despidió al comisionado por “diferencias en la gestión”. Pero ya nadie se acuerda de eso. Los republicanos festejan: tienen como candidata a la gobernadora más joven y linda del país.