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Por Rodrigo Fernández
Desde Moscú

El ministro de Sanidad ruso, Yuri Shevchenko, declaró ayer oficialmente que Rusia “no utilizó ninguna sustancia que contravenga la convención internacional de prohibición de las armas químicas” durante el asalto al teatro de Dubrovka, donde una cincuentena de extremistas chechenos retenían a cerca de 800 personas. “Para neutralizar a los terroristas se usaron derivados del fentanil. Por cierto, mis colegas de Suiza y Alemania llegaron a la misma conclusión ya que son buenos profesionales”, señaló el ministro.
Shevchenko aseguró que los gases opiáceos usados “no pueden, por sí solos, provocar la muerte”. El ministro consideró que los terribles efectos que tuvo el gas se debieron a las condiciones en las que se encontraban los rehenes, que habían permanecido durante largo tiempo sin moverse, con una sala con el aire viciado, deshidratados, hambrientos, etc. “Fueron precisamente estos factores los que determinaron el fallecimiento de parte de los rehenes.” El ministro de Sanidad, un militar de carrera con el grado de coronel general, desmintió que los médicos no hubieran sido advertidos de la operación y que por eso no pudieron prestar un tratamiento cualificado a los enfermos. Sin embargo, los doctores que trabajaron en los hopitales donde llevaron a la mayoría de los rehenes han repetido en diversas ocasiones que no tenían los medios necesarios y que nadie les dijo qué gas se había utilizado.
Leonid Arónov, médico jefe del Hospital Nº 13, declaró que no habían recibido ningún tipo de antídotos y que desconocían la sustancia utilizada por las fuerzas especiales, por lo que tuvieron que actuar sólo de acuerdo a los síntomas de los pacientes. El reconocimiento por parte de Shevchenko del uso del fentanil no revela nada nuevo –como él mismo dice, otros médicos, tanto extranjeros como rusos, ya habían llegado a la conclusión que se trataba de algún opiáceo– ni pone fin a la polémica en torno del gas asesino. Hay científicos que sostienen que el uso exclusivo de anestésicos como el fentanil no sólo no podía haber provocado tantas muertes, sino ya ni siquiera haber dormido a nadie en una sala como la del teatro de Dubrovka. Por ello insisten que el compuesto utilizado tiene que haber sido un coctel de anestésicos con algún gas nervioso.