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Ajmed Zakáyev, uno de los líderes separatistas que participó en el Congreso Mundial del Pueblo Checheno celebrado en Copenhague el lunes y martes pasados, fue detenido ayer por la policía danesa. El Kremlin había protestado enérgicamente por la celebración de ese foro, argumentando que estaba organizado por personas que tenían vínculos con “los terroristas”. La jueza Lisbeth Christensen, que vio el caso el mismo día de la detención, sentenció que Zakáyev deberá permanecer retenido hasta el 12 de noviembre, mientras se decide si será extraditado a Rusia o no.
La fiscalía general rusa, al conocer la detención, se apresuró a enviar una petición oficial al Ministerio de Justicia de Dinamarca para extraditar a Zakáyev. Horas antes, el embajador danés en Moscú, Lars Vissing, había declarado que difícilmente se podría entregar al dirigente separatista a los rusos. Primero, porque no hay un convenio bilateral de extradición, y segundo, porque en Rusia no está abolida la pena de muerte. Ante esas declaraciones, la fiscalía creyó necesario explicar en la petición oficial que Rusia introdujo en 1996 una moratoria a la pena de muerte y que, en cualquier caso, daba garantías de que no se le aplicará la pena capital. Pero tanto los rusos, que acusan a Zakáyev de organizar formaciones armadas ilegales, de rebeldía armada y atentado contra la vida de representantes del orden público, como el Ministerio de Justicia danés, coinciden en que la entrega puede realizarse en base a la convención de 1957 para extradición de criminales, firmada por ambos países.