Martes, 24 de marzo de 2009 | Hoy
EL MUNDO › REFUERZA LA INCLINACIóN A LA DERECHA EN ISRAEL
El primer ministro designado de Israel, Benjamin Netanyahu, dio un gran paso ayer hacia la obtención de la mayoría parlamentaria que necesita para formar su futuro gobierno, al sumar a un partido ultraortodoxo a su restringida coalición de extrema derecha. Luego de cerrar su trato con el religioso Partido Shas, Netanyahu también inició contactos formales con el Partido Laborista, de centroizquierda, en un intento por concretar su ya expresado deseo de incorporar a su gobierno a agrupaciones más moderadas.
La entrada del laborismo a la coalición que Netanyahu trata de formar desde las elecciones del mes pasado podría dar más estabilidad y credibilidad internacional a su gobierno, pero muchos legisladores laboristas se oponen a la alianza. El partido nacionalista Likud, de Netanyahu, ganó 27 bancas en los comicios legislativos del 10 de febrero, por lo que quedó obligado a aliarse con otras agrupaciones para controlar una mayoría de 61 de los 120 escaños del Parlamento y poder formar gobierno, algo para lo que tiene plazo hasta el 3 de abril.
Con el Shas en la coalición, el gobierno en formación cuenta ya con 53 legisladores, pero Netanyahu todavía negocia con otros cuatro partidos. La semana pasada, el premier designado selló su primer acuerdo con la agrupación ultranacionalista laica Yisrael Beiteinu. El pacto prevé que el puesto de canciller del país recaiga en el líder de ese partido, Avigdor Lieberman, quien recientemente fue acusado de “racista” por proponer que los árabes israelíes firmen juramentos de lealtad al país si quieren conservar su ciudadanía. Lieberman también se opone a la creación de un Estado palestino y dice que no hay paz con los vecinos árabes de Israel.
La presencia de Shas en la coalición refuerza su franca inclinación hacia la derecha. El partido se opone a ceder partes de Jerusalén en virtud de algún acuerdo de paz futuro y no quiere que el tema se discuta en futuras conversaciones. Pero los palestinos exigen la soberanía de las partes árabes de Jerusalén, donde viven unos 270.000 palestinos, y ningún acuerdo de paz podría ser viable si no se atiende este reclamo.
Shas se unirá al gobierno a cambio de controlar cuatro ministerios y dependencias de prestaciones de servicios sociales. Entre las carteras de las que dispondrá el partido figuran los cruciales Ministerio de Vivienda, que se encarga de la construcción de asentamientos judíos en Cisjordania, y el Ministerio del Interior, que decide las cuestiones de ciudadanía.
Aunque Netanyahu se opone a hacer grandes concesiones a los palestinos y a Siria, el líder del Likud desea persuadir también a partidos moderados para dar a su gobierno mayor estabilidad y para hacerlo más aceptable para la comunidad internacional. Una coalición restringida a la derecha podría hacerlo rehén de exigencias poco realistas de cualquier socio menor, que podría causar la caída de su gobierno ante la primera disputa.
Tzipi Livni, la líder del partido Kadima, el que más ansiaba reclutar Netanyahu, dice que sólo se incorporará a un gobierno que busque un acuerdo de paz definitivo con los palestinos. Netanyahu parece estar logrando mejores resultados con el líder del laborismo, el ministro de Defensa saliente, Ehud Barak. Luego de afirmar que pasaría a la oposición, Barak planea pedir mañana a su partido que se sume al gobierno de Netanyahu. Ayer el primer ministro saliente, Ehud Olmert –del centroderecha Kadima–, criticó la intención de Barak y dijo “que se arriesga a provocar el aislamiento internacional de Israel”.
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