Hacer las compras, ir a un restaurante o a un bar, vestirse, leer, viajar: desde el 1º de enero todo será más caro y costoso para los franceses, que afrontan la llegada del nuevo año con la moral por el piso, aplastados por la carestía. Desde el próximo domingo, el IVA a tasa reducida se incrementará por decisión del gobierno de Nicolas Sarkozy, que lo llevará de 5,5 por ciento a 7 por ciento sobre el precio de venta. Lo que significa costos más altos, precios más salados, en el transporte, en la panadería, en el supermercado, en la librería, en casi todos lados. Viajar en los trenes en horarios nocturnos, en las frecuencias regionales o en el TGV de alta velocidad será más caro también, a partir del 3 de enero, pues los pasajes de esos servicios se incrementarán un 3,2 por ciento.

Pero eso no es todo. También la boleta de gas será mucho más onerosa en el invierno que empieza a hacer sentir su frío intenso, pues el gobierno dispuso aumentos del 4,4 por ciento en ese servicio a partir del primer día de enero, cuando lo más hostil del clima arrecie. También el que pretenda hacer trabajos de albañilería en su casa más vale que espere que todo mejore. Los precios de los materiales de construcción y los artículos de mantenimiento se han ido a las nubes. Para colmo, el costo de vida trepa en un momento en que la desocupación en Francia está en niveles record. Sólo en noviembre, 51.800 personas se sumaron a la lista de los sin trabajo.