Jorge Mario Bergoglio recibirá desde el domingo el afecto y las oraciones de los ecuatorianos y como memoria de su visita quedarán varias construcciones. Entre otras, dos cruces gigantescas que se han levantado en las áreas en las que se celebrarán eucaristías campales en Quito y Guayaquil. Los templetes preparados allí para estas celebraciones se convertirán después en iglesias permanentes. Además, hábiles artesanos ecuatorianos han preparado para Francisco ropa eclesial en la que se resalta el bordado indígena y joyeros de Cuenca y Quito trabajaron meses en cálices y otros ornamentos de altar. Por su parte, los alcaldes de Quito y Guayaquil le obsequiarán las llaves de sus ciudades. Pero Francisco recibirá sobre todo la alegría del contacto con los ecuatorianos y en Guayaquil visitará al padre Paquito, un cura amigo de los años en los que visitó este puerto, para recibir de él su bendición. Para la estancia del Papa en Ecuador se preparó un dispositivo de 80.000 efectivos de policías y militares para salvaguardar la seguridad de pontífice y de todos los presentes en las celebraciones. Su presencia alterará el ritmo de Quito y Guayaquil y el gobierno decretó días feriados para que los ciudadanos puedan organizar su asistencia a los actos papales. El canciller Ricardo Patiño resumió la proclama del gobierno antela visita del pontífice argentino: “Oídos atentos y corazones abiertos”.