EL MUNDO

Una “iraquificación” para intentar irse cuanto antes

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

Un reajuste político importante parecía inminente en Irak anoche, cuando Paul Bremer, el jefe de la administración civil estadounidense, regresó a Bagdad luego de su llamado a conversaciones de emergencia con el presidente Bush y sus principales asesores. Dirigiéndose a la prensa al dejar la Casa Blanca, Bremer se negó a dar detalles antes de que hubiera informado al Consejo de gobierno iraquí designado por Estados Unidos, un grupo muy críticado que está luchando por cumplir la imposición de Naciones Unidas de una fecha tope (15 de diciembre) y un cronograma hacia una nueva Constitución iraquí.
Pero crecen las especulaciones de que Estados Unidos podría establecer un gobierno provisional, apoyado por una Constitución interina, en su urgida intención de apurar una “iraquificación” y el traspaso de poder a los iraquíes. Mientras hablaba Bremer, surgieron detalles de un nuevo análisis de la CIA, una sombría evaluación del pronóstico en Irak. Se dice que el informe advierte que una acción rápida es esencial para prevenir el colapso de los esfuerzos a fin de crear una democracia y tener el control sobre la situación de seguridad. Lo que es más preocupante para la administración Bush, el informe –detalles que difundió ayer el periódico Philadelphia Inquirer y que Bremer no cuestionó– sugiere que un número creciente de iraquíes de la calle está apoyando a los insurgentes, bajo la creencia de que la fuerza que lidera Estados Unidos puede ser echada del país. Además advierte que los ataques de mayor violencia de la resistencia van a empeorar, alineando aún más a la población civil.
El tono del documento de la CIA, que según el diario fue preparado por el jefe de la agencia en Bagdad, contrasta con recientes declaraciones de funcionarios norteamericanos acerca del “progreso” en Irak, que culparon a los medios de subrayar lo negativo más que lo positivo en sus coberturas. Pero ayer, horas después del ataque que mató a 18 italianos en Nasiriya, Bremer parecía poco entusiasta. “Lo que estaba en juego era muy alto”, explicó. “Vamos a afrontar días difíciles, porque los terroristas están determinados a negar a los iraquíes el derecho de llevar adelante su propio país.” Fue tal la urgencia de su visita que se vio obligado a cancelar un encuentro breve con el primer ministro de Polonia, uno de los socios más importantes de Washington en la operación iraquí. Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa norteamericano, retrasó su vuelo por Asia para formar parte de las conversaciones.
El foco inmediato es en el Consejo de Gobierno iraquí de 25 miembros, que según algunos funcionarios de Bush no está haciendo su tarea –no atienden a las citas pautadas y fallan en el itinerario en la preparación de la nueva Constitución–. Bremer no acordó con las afirmaciones de que el Consejo iraquí era un fracaso, y pareció negar que sería destituido. Sin embargo, casi en la misma frase, evadió contestar el interrogante acerca de si Estados Unidos tomaría el ejemplo afgano para Irak e impondría una Constitución temporaria –que Colin Powell, el secretario de Estado, ha catalogado como “ley básica”– y un gobierno temporario, copiando los lineamientos del gobierno de Kabul bajo el presidente Hamid Karsai.
El informe de la CIA, además, fue negativo sobre el Consejo, al notar que cuenta con varios exiliados iraquíes con escaso apoyo público y declarar que no tuvo éxito en convencer a la mayoría de la población de que la ocupación conduciría a un Irak soberano y unificado. Estas críticas, sin embargo, son fuertemente discutidas por algunos miembros del Consejo. De acuerdo con Hoshyar Zebar, el ministro iraquí de Exterior, cualquier error obedece a “la interna norteamericana” y a consejos caducos entregados por “embajadores geriátricos” de la coalición.
También se dice que, en su informe, la CIA expresó su temor de que la resistencia a la ocupación pudiera extenderse desde el “triángulo sunnita” del norte y oeste de Bagdad hacia la mayoría de la población chiíta –una preocupación que se refuerza con el ataque suicida con el camión contra el cuartel de la policía militar italiana en Nasiriya, una ciudad chiíta–.
Más aún si entre los responsables de estos ataques hay extranjeros –alerta la CIA–, hay poca perspectiva de mantenerlos fuera de Irak. Fue virtualmente imposible controlar con efectividad las fronteras con Turquía, Irán, Siria y Arabia Saudita.

* De The Independent de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Mercedes López San Miguel.

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