EL MUNDO
Montevideanas
- Cumbre de Tacna. El canciller Rafael Bielsa había terminado su conferencia de prensa en su rol de único vocero oficial y los periodistas empezaban a empacar. De pronto, uno de los presentes tuvo una inspiración y preguntó en voz alta: “Canciller, ¿dónde va a ser la próxima cumbre del Mercosur? ¿En Tacna?”. Bielsa sonrió y rápidamente retrucó: “No creo porque no nos dejan llevar valijas”. La ocurrencia, la más original de la tarde, generó una carcajada de la que sólo quedaron afuera los periodistas extranjeros que no vienen siguiendo el caso Sou-thern Winds.
- Mi nombre es Bond. Conocida es su pasión por los temas del espionaje. Durante su estancia en Montevideo, Rafael Bielsa no ocultó en ningún momento sus últimas lecturas. Mientras se paseaba por los pasillos del hotel Radisson, el canciller guardaba sus apuntes entre el libro El espía del Mossad, de Gordon Thomas, que cuenta la historia de un magnate de la prensa británico que fue informante del servicio secreto israelí.
- El hijo de Sendic. Copia fiel de la cara de su padre, el fundador de Tupamaros, Raúl Sendic (h), apareció por la sede de la cumbre tripartita (Brasil, Argentina y Venezuela) para entrevistarse con la comitiva venezolana. Representante de la izquierda del Frente Amplio –minoritaria dentro de la coalición–, Sendic fue nombrado por Tabaré Vázquez en la vicepresidencia de la estratégica Ancap, la principal empresa pública de Uruguay. A diferencia de Enarsa, la compañía uruguaya todavía tiene activos propios gracias a la resistencia al neoliberalismo que hubo del otro lado del río. Sin embargo, Ancap no tiene pozos propios: sólo refina y distribuye el combustible a través de sus estaciones de servicio. Por esa razón, en Montevideo ya están pensando alianzas con la venezolana Pdvsa. La diplomacia del petróleo sigue dando sus frutos.
- “¡Acá la izquierda nos apoya!” Ya había pasado un día de la asunción de Tabaré Vázquez y la comitiva argentina aún seguía asombrada. Entre sonrisas, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, comentaba las escenas que había visto por la calle: los montevideanos, eufóricos, pedían sacarse fotos con cada miembro de la delegación, incluso con los menos conocidos como el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. “Acá la izquierda nos apoya”, era el comentario más escuchado. El más aplaudido, obviamente, era Kirchner, a quien los frenteamplistas uruguayos le siguen agradeciendo su estratégico apoyo para que muchos orientales viajaran desde Buenos Aires el día de la elección. Para cruzar la plaza Independencia, el Presidente tuvo que sortear saludos, abrazos y gritos de aliento con la tonada típica oriental. El famoso “voto-Buquebús” dio sus resultados. Pero en Uruguay también admiran el estilo K y otras medidas de gobierno.