Sábado, 17 de junio de 2006 | Hoy
Los tribunales chinos despacharon ayer, en el más absoluto secreto, el caso de Zhao Yan, un periodista chino colaborador de The New York Times, detenido en septiembre de 2004. Zhao fue acusado de filtrar secretos de Estado y de fraude, después de que el periódico estadounidense publicase que el anterior presidente, Jiang Zemin, iba a dimitir de su cargo como responsable de la Comisión Militar Central, el máximo órgano de poder del Ejército, como después ocurrió. Los abogados de Zhao aseguraron que el acusado se declaró inocente, pero se mostraron poco optimistas sobre la posibilidad de que sea absuelto de los cargos, por los que podría ser condenado a más de diez años de cárcel. “Dado que estos casos son muy especiales, es raro que el tribunal acepte la opinión de la defensa”, afirmó Guan Anping, uno de los dos abogados. El proceso de Zhao, de 44 años, ha estado rodeado del mayor secretismo. El gobierno no facilitó ningún detalle y celebró el juicio a puertas cerradas. Sólo se sabe que el veredicto sería pronunciado en un mes. El caso de Zhao se ha convertido en el máximo exponente de los riesgos que corren los periodistas chinos cuando investigan asuntos considerados sensibles por las autoridades, al igual que los empleados de los medios de comunicación extranjeros, o que los activistas que hablan con la prensa.
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