Sábado, 17 de junio de 2006 | Hoy
DEPORTES › LA SELECCION ARGENTINA DIO CLASE PARA GOLEAR 6-0 A SERBIA Y MONTENEGRO
Una actuación soñada, unos goles magníficos –dos de Maxi Rodríguez, Cambiasso, Crespo, Tevez y Messi–, una demostración de juego como pocas veces se registró en la historia del equipo nacional, un país que deliró.
Por Juan Jose Panno
Desde Gelsenkirchen
Hay dos cosas que no se pueden hacer en un clásico comentario de un partido de fútbol: escribir en primera persona y hablar con el lector. No voy a cumplir con ninguna de las reglas y ya sé que usted me va a comprender. Tengo que empezar por contarle que en 1974, en otro estadio aunque en esta misma ciudad, me tocó ver el partido Holanda 4, Argentina 0, un baile humillante, tremendo. Y hasta ahora, cada vez que leía, escuchaba o pronunciaba el difícil nombre de esta ciudad se me cruzaban las imágenes de las camisetas naranjas haciendo circular la pelota ante la impotencia de los de celeste y blanco que la veían pasar y no la podían agarrar, y se me aparecía el recordado maestro Osvaldo Ardizzone preguntando con su voz ronca: “¿Cuándo se acaba de una vez por todas este suplicio?” Pasaron treinta y dos años. Osvaldo ya no está, pero debería saber que el suplicio se terminó, que hubo revancha, que estos muchachos nos regalaron un verdadero desquite.
No sé si fue en el cuarto, en el quinto o en el último gol cuando se me apareció Osvaldo al lado del pibe que fui. Y me quebré. Creo que mi compañero Ariel Greco, a mi lado, entendió muy bien y no hubo necesidad de decirle lo que significaba este partido para mí, esta maravillosa tarde de... Gel-sen-kir-chen, ahora lo puedo decir con todas las sílabas y si es necesario con todas las letras. En el brillo de los ojos de mi joven compañero encontré también un espejo. Nunca nos olvidaremos –como todos ustedes que lo vieron por la tele– esta milonga, esta exhibición de fútbol, esta paliza que le dio la Selección Argentina a Serbia y Montenegro. Como aquella del ’74, parecida, pero al revés.
Lo bueno, lo sensacional es la forma en que se enhebró la goleada, esa combinación de juego, toque, ingenio, imaginación, fantasía, caño, lujo, taco y pared, todo eso que siempre hemos defendido los que hacemos Deportes en Página/12, todo eso que se resume como “la nuestra” sin más vueltas, eso que nos gusta a los argentinos, sobre todo, pero también a los serbios que se pararon para aplaudir, a los alemanes que pasaron mil veces los goles por la televisión y a los periodistas de todo el mundo que nos saludan con afecto y con un poco de envidia, porque a ellos sin duda les gustaría escribir sobre su selección las cosas que ahora redactamos nosotros.
Habrá tiempo para el comentario más frío, pero ahora, cuando todavía se escuchan de fondo los gritos de los hinchas alrededor del estadio, cuando los acordes de la milonga no se apagaron, hay que sumergirse de a poquito para ir señalando algunos detalles más o menos significativos y, si se puede, amortiguar la euforia.
- Hay que resaltar que el gol de movida simplificó mucho las cosas, pero nadie regaló nada porque el equipo había salido con una actitud ganadora, asumiendo el protagonismo del juego.
- Hay que decir que no debemos agrandarnos demasiado porque se le ganó a un rival que venía golpeado, con problemas internos y con discusiones entre el técnico y los jugadores, pero tampoco se debe olvidar que Serbia y Montenegro ganó las Eliminatorias invicto con un solo gol en contra. Y hay que preguntarse cuántos equipos son capaces de meter un gol como el segundo tanto de Argentina con 26 toques seguidos en 52 segundos y una exacta mezcla de precisión y velocidad en el último tramo.
- Hay que marcar que el fútbol tiene estas cosas y que algunas tardes todas salen redondas. Si venís torcido, el tiro de Maxi Rodríguez en el tercer gol pega en el palo y sale; y si venís derecho, entra. Si venís mal, no te pasa que entra Cambiasso por un compañero lesionado y al ratito mete un golazo. Pero esa pizca de buena fortuna es apenas un condimento del plato fuerte servido con un juego espectacular y práctico por donde se lo mire. Una actuación así no es para cualquiera. Hay que llevar en los genes el fútbol de Moreno, de Pedernera, de Ermindo Onega, de Rojitas, Bochini y Maradona para convertir a los rivales en conos de entrenamiento.
- Hay que señalar que los jugadores tienen razón cuando, frente a las preguntas de los periodistas, dicen que todavía no se ha ganado nada. Es cierto, no conviene festejar por anticipado, pero sí debe contabilizarse todo lo que se ganó: confianza, autoestima, respeto de los rivales, reconocimiento como el equipo que produjo la mejor actuación individual y los mejores goles del campeonato.
- Hay que recordar que se hicieron tres goles en cada tiempo; que el equipo fue una máquina con los hombres que plantó Pekerman y que deslumbró del mismo modo cuando finalmente entraron Tevez y Messi con el partido liquidado y marcaron un gol cada uno para que no faltara nada.
No estaría mal que esta formidable actuación de la Selección Argentina marque un antes y un después en la Copa del Mundo y signifique una puerta abierta para que todos los cuadros grandes se sienten a la mesa y participen del festín futbolero. Mientras tanto hoy, ahora, déjennos festejar, déjenme levantar esta jarra de cerveza que acabo de comprarme en el centro de prensa para brindar con Osvaldo, con usted, con vos. Por el fútbol que vuelve loca a la gente. Por el fútbol.
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