Sábado, 17 de junio de 2006 | Hoy
Por Juan Sasturain
Desde la casa
para T. S.
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que, como a Quevedo un día,
me lleve cruel y sin melancolía,
borre el amor, el sueño y la quimera.
Mas no podrá borrar la futbolera
pasión que saturó noches y días
con penas varias, genuinas alegrías
de tablón o de Fútbol de Primera.
Esto de Gelsenkirchen, imagino
crecerá con el tiempo, como acaso
mejoran los recuerdos y el buen vino.
Nada podrá eclipsar ese pedazo
de gol monumental, bordado y fino,
tras veinticinco toques, de Cambiasso.
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