Domingo, 23 de marzo de 2008 | Hoy
EL PAíS › REGRESA LA INTENCION DE FORMAR UN ESPACIO QUE AGLUTINE AL CENTROIZQUIERDA
Acuerdan con algunas políticas del Gobierno pero no quieren estar adentro. Les desagrada la decisión del ex presidente de presidir el PJ. Algunos aspiran a conformar un núcleo nacional para 2009 y armar un bloque único en la Cámara de Diputados.
Por Daniel Míguez
Desde la irrupción de Néstor Kirchner en el poder, los actores políticos de centroizquierda tuvieron ante sí un dilema que hacía mucho tiempo no debían enfrentar: cómo posicionarse ante el eclecticismo peronista que ahora circulaba, más o menos, por el mismo carril que ellos. Algunos se sumaron sin más preámbulos, caso Graciela Ocaña o Eduardo Sigal. Otros se acercaron hasta poner los pies en la orilla, como Chacho Alvarez. Algunos derivaron hacia ubicaciones tan heterogéneas que terminaron tomando para sí el apotegma de que las ideologías han muerto, o al menos pasaron de moda, y terminaron enredados con el centroderecha, como Elisa Carrió. Y muchos trataron de ir separando la paja del trigo, unos otorgando el mentado apoyo crítico y otros lanzando más críticas que apoyos, pero sin romper lanzas con el oficialismo.
A estos últimos los alentó la idea de la transversalidad que lanzó Kirchner, en lo que suponían iba a unir todo el arco de centroizquierda más allá de los partidos políticos a los que pertenecieran. Una idea que arrancó con fuerza en los primeros días del gobierno de Kirchner y se fue diluyendo lentamente con los meses. Esos días en el que Kirchner imaginaba a Carrió y al ARI acompañándolo y al entonces titular de la CTA, Víctor De Gennaro, como futura primera espada del movimiento obrero. Esos días en que Kirchner necesitaba sacarse el sayo del padrinazgo de Eduardo Duhalde, que lo ayudó a llegar al poder, pero en quien no veía al mejor socio. Esas expectativas iniciales de Kirchner duraron poco. Algunos por ambiciones electorales propias, otros porque le exigían que primero hiciera los cambios como condición para subirse a posteriori, lo cierto es que pronto Kirchner decidió que tenía que avanzar con lo que había y lo que no había lo tenía que conseguir en el peronismo tradicional. Así, a falta de un De Gennaro, eligió a un Hugo Moyano antes que a un Luis Barrionuevo, por citar sólo un ejemplo en la necesidad de apoyo sindical. El esquema lo repitió en todos los frentes. Después fue haciendo alianzas con gobernadores e intendentes apostando a ganador.
Ahora empieza otra etapa. Y aquel dilema recobra fuerza en el centroizquierda. Muchos ven a Cristina Fernández de Kirchner más cerca de ellos (“Si no estuviera con los Moyano y los Curto, yo sería cristinista”, confesó un diputado nacional semiopositor en una charla informal con Página/12). Pero también ven más lejos a Kirchner a partir de su decisión de tomar el mando del PJ, con todos adentro de esa gran nave, los nuevos, pero también los históricos. Les crea algo de intriga saber hasta dónde llegará la renovación que promete Kirchner, pero, en general, ven el proceso con escepticismo.
“Nosotros no vemos la política como un negocio, apoyamos genuinamente lo que el Gobierno hace bien y apuntamos a lo que nos parece que les falta. Pero no vamos a ir al Gobierno por un cargo o por cuestiones materiales. A nosotros nos tienen que enamorar y, la verdad, es que no hacen esfuerzos para enamorarnos. No nos llaman para hablar, para plantearnos en qué punto están, hacia donde van y a la vez que podamos darle nuestro punto de vista. Y así es difícil”. La explicación pertenece a un importante referente del centroizquierda que se siente cerca del Gobierno pero que en estas condiciones quiere estar afuera.
Son varios los dirigentes de centroizquierda que están pensando en unirse, según pudo constatar Página/12 en un relevamiento que ninguno quiso hacer público.
Esos sectores tienen como exponentes a importantes dirigentes con peso propio, experiencia de gestión y liderazgo territorial, mayor o menor según los casos. La idea común es que lo que hizo el Gobierno es un piso, pero que el rearmado del PJ no puede ser un techo para ese proceso. De esa idea se desprende una acción: acompañar al Gobierno pero exigirle una mejor distribución de la riqueza y una mayor calidad política e institucional. Varios de ellos aspiran a conformar un núcleo nacional para las elecciones de 2009 e incluso armar un bloque único en la Cámara de Diputados. Para el 2011 se verá.
Una radiografía de cómo están parados hoy cada uno de estos referentes podría ser la siguiente:
- El socialismo santafesino con el gobernador Hermes Binner, a la cabeza y el intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, como nueva figura emergente domina hoy el PS nacional y en el último Congreso logró sacarle un empate a la embestida de los socialistas que están adentro del kirchnerismo. Pero en los gestos del silencioso gobernador parece haber un paulatino distanciamiento de Carrió.
- Esa distancia de Carrió hizo que se acercaran los diputados del ARI del bloque que se separó de la Coalición Cívica, en el que se destacan Carlos Raimundi y los dirigentes docentes Marta Maffei y Eduardo Macaluse. Especialmente se siente atraído Raimundi, el más crítico de Carrió a quien ve, lisa y llanamente, parada posiciones de la derecha tradicional. Raimundi tiene una estructura propia en la provincia de Buenos Aires y allí podría confluir con el intendente de Morón, Martín Sabbatella.
- Justamente Sabbatella está en el mismo proceso. Con el aval de ganar tres elecciones consecutivas en su territorio con un partido vecinal y a puro corte de boleta, el intendente ya se siente en condiciones de salir de los límites de su distrito. También avanza en el armado de una fuerza provincial bonaerense y en la Capital Federal y ya tiene hombres de su sector trabajando con Binner, así como los tuvo con Luis Juez cuando fue intendente de la ciudad de Córdoba. La cercanía de Sabbatella con el socialismo santafesino y con el juecismo es natural. Ahora le faltaría cerrar un entramado con el socialismo bonaerense, el ARI que no responde a Carrió y sectores de la CTA, que lo lleven a una diputación nacional en 2009.
- Según dicen en su entorno, Sabbatella también sueña con sumar al kirchnerismo no peronista, como la ministra de Salud, Graciela Ocaña, y al subsecretario de Integración Económica de la Cancillería, Eduardo Sigal. Ocaña preside el Partido de la Victoria –primera herramienta electoral de Kirchner– y Sigal, el Frente Grande. Hoy es impensable que abandonen las boletas del oficialismo.
- Otro dirigente que conserva poder y sabe lo que es sumar votos es el cordobés Juez, que quedó dolido con el gobierno nacional luego de las polémicas elecciones a gobernador de 2007 que ganó ajustadamente Juan Schiaretti. Para Juez hubo fraude y el Gobierno le soltó la mano. En rigor, el Gobierno estuvo dividido en sus respaldos (el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, apoyaba a Juez), pero ante la crisis institucional que se avecinaba en la provincia decidió avalar el recuento de votos de la Justicia a favor de Schiaretti. Según pudo saber Página/12 hay varios dirigentes que tratan de que su herida personal no la traslade a su actitud política. Una de ellas es la diputada Patricia Vaca Narvaja, alejada de Schiaretti y mencionada para ocupar una de las vicepresidencias del nuevo PJ. El otro es el propio Sabbatella, de diálogo habitual y fluido con Juez.
La intención de armar un frente independiente del Gobierno, que lo apoye tanto como le exija, parecieran estar. Habrá que ver si esta vez no se repiten historias, en las que los egos, tan elevados en los políticos, se anteponen a los proyectos y en las que diferencias menores se convierten en abismos insalvables.
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