EL PAíS › PRIMER ENCUENTRO SOBRE ARCHIVOS DE LA REPRESION
“¿Será la voz de los muertos?”
La pregunta fue de Alain Touraine, junto a Sophie Tonon uno de los invitados a la reunión sobre la memoria de una era.
Por Marta Dillon
En un país que se consume en las urgencias cotidianas impuestas por la crisis económica, las preguntas del sociólogo francés Alain Touraine son al menos provocativas: “¿Será la voz de los muertos la que mejor nos informa de la voluntad de vivir de los argentinos? ¿Será que la transformación del conocimiento de sí como pueblo, eso que implica la memoria, representa el motor más creativo para los sueños del país?” Esos y otros interrogantes que propone la memoria como tema social, enunciados por Touraine en el cierre, fueron promovidos por el Primer Encuentro Latinoamericano sobre Archivos de la Represión y de la búsqueda de la Verdad y la Justicia. No hubo una única respuesta, por supuesto. Del encuentro de custodios de diferentes archivos de Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile surgieron más preguntas. Y la intención firme de presionar en conjunto sobre los Estados para que entreguen todos los archivos, incluso esos que todavía hoy las Fuerzas Armadas dicen que no existen.
Touraine es presidente de la Asociación de Investigación y Estudios de los Archivos de América Latina, una ONG creada a fines de 1999. Fue el modo que encontró un grupo de juristas e intelectuales franceses ligados a las problemáticas latinoamericanas de dar respuesta a la alerta que lanzó en Europa Martín Almada, el descubridor de los llamados Archivos del Terror de Paraguay, sobre el peligro que corría la preservación de esos documentos. Ese fue el primer trabajo de esta Asociación: financiar parte de la microfilmación de esos archivos.
¿Es posible reconstruir la verdad sobre la represión que ejecutaron las dictaduras latinoamericanas? fue una de las muchas preguntas surgidas en las dos jornadas del Encuentro. “Lo que podemos es preservar el material, hacerlo accesible, para que la memoria y las diferentes lecturas posibles entren en conflicto y actualicen los debates”, opinó Maco Somigliana, del Equipo Argentino de Antropología Forense. En ese sentido, se valoró la necesidad y la importancia de contar con la documentación que produjeron los ejecutores de la represión. “Para nosotros –dice Rosa Palau, directora del Centro de Documentación y Archivo para la defensa de los Derechos Humanos de Paraguay– fue tremendo lo que produjo el hallazgo de los archivos del terror. Fue un impacto saber que se podía encontrar respuesta a tantas preguntas sobre los desaparecidos. Allí estaba la prueba de que se había torturado, asesinado, desaparecido.” Había evidencias de los crímenes de lesa humanidad, estaban los relatos de los sobrevivientes, “pero los documentos que produjeron los Estados que llevaron a cabo la represión o los que apoyaron, como Estados Unidos, aportan un elemento nuevo y crucial. Son necesarios para terminar de armar un mosaico que si contara sólo con la voz de las víctimas podría ser cuestionado”, dice Carlos Osorio, integrante de National Security Archive, una ONG norteamericana que impulsa la declasificación masiva de los expedientes de los organismos de seguridad de ese país.
En el Encuentro quedaron evidenciados los distintos procesos que atraviesa cada país. En el caso de Paraguay, por ejemplo, los archivos oficiales encontrados sirvieron a las víctimas y a los sobrevivientes como prueba “para iniciar acciones legales, penales y de reparación económica”. En Uruguay, “contamos con los testimonios de los familiares que desde hace tiempo están siendo sistematizados por el SERPAJ Uruguay. Y con el informe de la Comisión por la Paz que impulsó el presidente Jorge Batlle. Pero las Fuerzas Armadas y de Seguridad no han entregado nada. Ni siquiera contamos con los expedientes que se instruyeron en los Tribunales Militares contra los presos políticos”, dice Eduardo Piroto, archivista de Madres y Familiares uruguayos de detenidos desaparecidos. En Uruguay se espera el informe que producirá aquella comisión: “Sería la primera vez que hay un reconocimiento oficial de la existencia de desaparecidos. Con sus nombres y sus apellidos, con su historia”. “Hay una primera pregunta que surge de ver los pocos archivos que los Estados han desclasificado: ¿Dónde está el resto de los documentos? ¿Puede la demanda social de conocimiento presionar sobre las instituciones para que todos los archivos sean abiertos?”, interpeló Touraine en el cierre.Y Sophie Thonon, la abogada de los familiares de los ciudadanos franceses desaparecidos en la Argentina, integrante de asociación que preside el sociólogo, aventuró: “A veces esa demanda social sólo es escuchada bajo la mirada internacional. Pero tengan claro que la lucha contra la impunidad es una sola, aquí y en cada país. En Francia hay una capa de plomo sobre lo sucedido en la guerra de Argelia y la responsabilidad de ejército francés en la tortura. Cada juicio por los Derechos Humanos, sea en el país que sea, tiene un eco en otros juicios”.
A pesar de haber promovido el Encuentro, organizado en conjunto con la Comisión Provincial por la Memoria bonaerense –que custodia el archivo de la ex Dirección de Inteligencia de la Policía Bonaerense–, los franceses sólo intervinieron al final, agradeciendo el haber sido testigos de los debates entre los representantes de los países intervinientes. “El trabajo que ustedes hacen es casi un movimiento cultural, más en sociedades que padecen crisis económicas. La meta es preservar y promover el deseo de conocimiento de toda la sociedad, que el movimiento creativo que significa el ejercicio de la memoria detenga la impunidad. Nosotros sólo queremos trabajar con ustedes”, dijo Touraine.
En las conclusiones de las jornadas se expresó la necesidad de exigir la apertura de nuevas fuentes documentales y “la formulación de políticas públicas de preservación de la memoria colectiva”, la sanción de leyes que preserven el acervo documental y trabajar para recuperar otros archivos que permitan “reconstruir el contexto histórico y la situación política en la que se desarrollaron los gobiernos represivos del cono sur y la identidad política y social de las víctimas”. Hay voluntad de que estos encuentros sigan sucediendo, de poner en común los instrumentos de acceso a estos documentos, seguir discutiendo sobre los usos de los archivos y generar nuevas fuentes para enriquecerlos. Para que la memoria no quede archivada entre los papeles, para que sea una construcción dinámica de sociedades que se buscan a sí mismas hurgándose en el pasado, pensándose hacia el futuro.