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Los desajustes comenzaron dos meses atrás en el Chaco. Emerenciano Sena se había convertido en el referente local con el que la Fundación Sueños Compartidos, de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, llevaba adelante la construcción de uno de sus programas de viviendas. Entre Sena y la fundación empezó a haber desacuerdos. La fundación dejó de enviarle material, acusó a Sena penalmente por reducción a la servidumbre de su personal y desvinculó a unos 150 empleados. En los últimos días, el conflicto creció hasta convertirse en un dolor de cabeza para el gobierno de Jorge Capitanich. La Justicia laboral dictó un embargo contra la fundación. Y el domingo Sena organizó una protesta sobre el puente provincial entre Resistencia y la capital de Corrientes, abrió los peajes y reclamó que su gente fuera empleada nuevamente.

La Fundación Sueños Compartidos y Sena son aliados del gobierno local que estaban desarrollando un proyecto habitacional desde 2008. Intentaban construir 500 casas; levantaron menos de una veintena hasta que estalló el conflicto.

De acuerdo con Sergio Schoklender –administrador de la fundación–, la ruptura se produjo porque Sena se negaba a ser auditado. En medio del conflicto, comenzó a no enviar material para las obras. De acuerdo con Sena, en cambio, Schoklender controlaba las obras de modo “autoritario”. Desde entonces, la tensión incluyó hasta la quema de un auto: Marcela Leiva, una ex trabajadora, acusó a Sena por el incidente el pasado 27 de abril. Pero no hubo disparos, como salió a afirmar ayer el dirigente social Raúl Castells.

Hasta este conflicto, Sena era un referente del MTD, de los más fuertes entre las organizaciones sociales del Chaco. Un hombre al que la provincia supo conquistar, sumándolo a la tropa de trabajo. Uno de esos enlaces eran las viviendas de las Madres. Por eso, el gobierno de Capitanich intentó tender puentes entre unos y otros. Hablaron con Sena y también con Schoklender, pero hasta anoche daban por fracasadas las vías de negociación. “Esto está cada vez más fuera de nuestras manos”, dijo un colaborador del gobernador. Mientras esbozaba un pedido de ayuda a Buenos Aires.