“La única cara amigable que encontré en el lugar era la del entonces capitán Rezett.” La frase la pronunció ayer Roberto Berazay, ex miembro de la Policía Militar 101, en la primera audiencia del juicio oral al coronel retirado Fortunato Rezett, acusado por el homicidio de Analía Magliaro durante la dictadura. Paradójicamente, Rezett está sentado en el banquillo gracias a la performance archivística de Berazay, que guardó desde 1976 el recibo de entrega de la secuestrada rubricado por el entonces oficial de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601 de Mar del Plata. El imputado adujo problemas de salud y se negó a declarar.

Primero brindaron su testimonio los hermanos de la víctima, Mario y Juan Magliaro. Analía fue secuestrada el 19 de mayo de 1976. “Mi madre tuvo que buscar a su hija y protegernos a mí y a mi hermano, todos estábamos en peligro por el simple hecho de ser jóvenes”, contó Mario. En agosto supieron por un llamado anónimo que “Lili” estaba en la Comisaría 34ª porteña, donde les confirmaron el dato pero no pudieron verla. A la semana ya no estaba, se la había llevado el Ejército. En el libro de la comisaría leyeron el apellido del capitán que la había retirado: Berazay. Volvieron a tener noticias el 20 de septiembre, cuando los llamaron para retirar el cadáver en Mar del Plata. La vieron flaca, con hematomas en los pechos, quemaduras en las axilas, marcas de pegamento en boca y ojos, y dos orificios de bala, en la ingle y en el medio del pecho.

Berazay, de 69 años y radicado en Bahía Blanca, confirmó que retiró a Magliaro de la comisaría 34ª y la trasladó en avión hasta Mar del Plata. Estaba “en buenas condiciones”, dijo. “Desconozco los motivos del traslado y por qué estaba detenida, mi orden era entregar a la detenida y eso hice. La orden fue oral, clara y no era indigna, por eso la cumplí”, aseguró. Agregó que supo de la muerte de Magliaro recién en agosto de 2008, a través de una nota de Página/12 sobre el juicio al coronel Pedro Barda.