Jueves, 24 de febrero de 2011 | Hoy
Por Horacio Verbitsky
La nota del ex embajador argentino en Uruguay y en la OEA Hernán Patiño Mayer que acompaña a esta columna no fue concebida para su publicación en este diario. Patiño la envió a La Nación, a raíz de una columna publicada allí por el ex presidente uruguayo Julio Sanguinetti, el mismo que durante la última campaña presidencial encomió al candidato de la oposición, el ex presidente Luis Lacalle, como un caballero “de familia patricia con dos siglos de vida política, mediano propietario rural, hombre cultivado en letras y con experiencia en política”, y desdeñó como guerrillero “mal vestido y peor hablado” a José Mujica. Antes había publicado un libro de revisionismo histórico, en el que responsabilizaba a los tupamaros por el advenimiento de la dictadura militar. El demócrata Lacalle “asume sin complejos la batalla contra el delito; cree en Occidente” y, por lo tanto, “asegura la continuidad democrática e institucional del país”. Mujica, en cambio, ofrece “un gobierno folklórico, poco apegado a normas y códigos democráticos, imprevisible, amigote de la pachanga populista bolivariana, capaz de tomar para cualquier lado menos para la racionalidad modernizadora” y “reñido con la tradición cívica del país”. Luego de una semana de espera, Patiño recibió una carta del director de opinión del diario, Jorge Fernández Díaz. Dice que le pareció excelente la escritura de Patiño y valioso su concepto, pero que una “vieja y discutible norma del diario” prohíbe “entrar en polémicas entre articulistas”, para que no se les llene la página con “este tipo de esgrima”, que a él le parece “muy jugosa” pero al diario no. En síntesis, le ofrece publicar su artículo completo en la edición electrónica o incluirlo reducido a la tercera parte en carta de los lectores. Patiño Mayer rechazó con dignidad ambas propuestas, porque cercenan “el legítimo derecho de expresar una opinión diferente a la del autor, poniendo en cuestión de manera fundada, sin agravios o faltas de respeto, una afirmación que confronta con elementales principios morales y filosóficos, con la verdad histórica y con decisiones soberanas de los poderes democráticos y constitucionales de la República Argentina. Lo mío es solo el ejercicio de la libertad de expresión que busca cuestionar una afirmación falaz que es lamentablemente compartida por quienes en nuestro país están a favor de la impunidad y a los que un ex jefe de Estado extranjero intenta, sin sutileza alguna, llegar con su respaldo, para justificar su propia conducta. Lo que La Nación está haciendo es impedir que se ponga en evidencia la falacia, porque su línea editorial lamentablemente comparte la visión del ex presidente”. Luego le anunció que intentaría publicarlo en otro medio argentino y lo envió a Página/12, que hoy se honra en reproducirlo. Gracias a La Nación por el regalo.
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