Viernes, 8 de abril de 2011 | Hoy
EL PAíS › LA MINISTRA NILDA GARRE Y EL PERIODISTA HORACIO VERBITSKY
“Durante años la dirigencia política no se hizo cargo del tema de la seguridad. Se pensaba que era una cuestión de la policía, y que la defensa era cosa de los militares. Esto tuvo resultados nefastos”, advirtió ayer Nilda Garré en el centro cultural Zaguán Sur, en una charla con militantes y vecinos de la Comuna 3 –Balvanera, San Cristóbal– organizada para difundir la creación de las mesas de participación comunitaria en seguridad. “En todas las sociedades hay conflictividad, el desafío no es resolverla autoritariamente, sino gestionar la conflictividad en forma adecuada”, definió. Esa gestión “no puede hacerla el Estado solo: necesita de la participación de vecinos y organizaciones sociales”.
Garré estuvo acompañada por el periodista y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) Horacio Verbitsky, que habló de la construcción mediática de la inseguridad. Los dos fueron convocados con la idea de que fuera un encuentro cara a cara y a nivel barrial, después de que el Ministerio de Seguridad anunciara la creación de espacios para discutir sobre cuestiones de seguridad, comenzando por el sur de la ciudad de Buenos Aires.
“El problema más serio y más complejo que tenemos es la Policía Federal”, dijo la ministra ante un público en el que había mayoría de jóvenes y al que planteó la aspiración de reemplazar el “autogobierno” policial por la dirección del Estado. Para la funcionaria, el nudo de la Federal es que está integrada por “sectores que disputan, no sobre posiciones ideológicas o modelos de acción, sino sobre el predominio en determinadas zonas o determinados negocios”.
“Cuando se dice ‘esa comisaría recauda bien’, quiere decir que extorsiona bien a los comerciantes a los que les pide dinero a cambio de protección, y a los inmigrantes que no tienen sus papeles en regla, y a los vendedores ambulantes para no molestarlos y a las cocinas de droga para hacer la vista gorda.”
La agenda de ayer venía marcada por la polémica con el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. Garré tuvo unos párrafos para el tema; dijo que la policía tiene una jornada laboral de seis horas porque el trabajo es de riesgo y alto estrés. Con las adicionales, sin embargo, esa jornada se extiende a 14 horas diarias. Buena parte de los policías de la ciudad vienen del conurbano, y es frecuente entonces que pasen la noche en la comisaría o en algún rincón del lugar que custodian. “La ley de creación de la Policía Metropolitana establece que no deben existir los servicios adicionales en la Metropolitana. Lo que quiere Macri es que lo hagamos nosotros, mientras él tiene a la Metropolitana para hacer cortos publicitarios y mostrarla en las plazas de los barrios más lindos.”
También diferenció al gobierno nacional del macrista marcando las consecuencias de que el Estado esté ausente en las zonas más pobres de la Capital Federal. “Hay zonas donde la presencia del Estado es casi nula. En la Villa 11.14 nosotros tenemos hace dos años una dependencia del Ministerio de Justicia. Es poco, pero es una presencia del Estado. Ahora estamos articulando una mesa con Desarrollo Social y Planificación Federal para mejorar la infraestructura. Hemos tenido noticia de que en la 11.14 hay cuatro comedores; lo que más nos alarmó es que nos dijeron que están financiados por los narcos. El Estado de la Ciudad de Buenos Aires no está: para ellos, la Villa 11.14 es como si les dijeran el planeta Marte”. Cuando el Estado se retira y “renuncia a gestionar la conflictividad”, concluyó la ministra, “las consecuencias se agravan”.
Verbitsky habló de cómo la percepción que hay en la sociedad sobre la falta de seguridad no tiene relación con la tasa de delitos realmente ocurridos, sino con una construcción que hacen los medios. Señaló que, en la Argentina, esto tiene una intencionalidad política, aunque en su origen se trató de otra cosa. “El problema se hizo manifiesto desde la privatización de la TV y el surgimiento de los canales de noticias. ¿Por qué empezó? Porque mostrar un asesinato, a los familiares de la víctima llorando, es un espectáculo dramático a muy bajo precio: con un móvil, un movilero y un camarógrafo tienen a la audiencia interesada durante horas.”
“Después –aseguró– hay un discurso que tiende a propiciar la respuesta represiva al tema, y esto funciona a su vez como mecanismo de control social, porque la salida de la mano dura se extiende a las protestas. La gran novedad iniciada en el 2003 se produce cuando el presidente Néstor Kirchner decide que no va a haber represión de las movilizaciones.”
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