Miércoles, 12 de septiembre de 2012 | Hoy
EL PAíS › EN LA CAUSA POR EL ASESINATO DE MARIANO FERREYRA
Por Irina Hauser
La audiencia de ayer en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra terminó con un mal trago para las defensas. Eran cerca de las 17 cuando se hizo un enorme silencio y el juez Horacio Días anunció el rechazo contundente al planteo de nulidad de la declaración de los testigos protegidos que se presentaron la semana pasada, que había formulado el abogado del número dos de la Unión Ferroviaria (UF), Juan Carlos “Gallego” Fernández. Los relatos de Alejandro Benítez y Claudio Díaz son centrales en el expediente: comprometen a los dos tiradores que están en el banquillo (Cristian Favale y Gabriel Sánchez), al propio Fernández y a la Policía Federal. Días, quien preside el Tribunal Oral Criminal Nº 21, explicó que junto con sus colegas habían resuelto rechazar la nulidad guiados por el “sentido común” y el hecho de que no se vio afectado el derecho de defensa, ya que todo el mundo pudo interrogar a los testigos, verlos y controlar la prueba.
El abogado de Fernández, Alejandro Freeland, decía que, en especial en el caso de Benítez, era imposible saber si era él, cubierto con un gorro, anteojos y una barba postiza. Díaz también llevó gorro. Se quejó, además, de que el tribunal había dispuesto que los letrados apagaran las computadoras y los celulares durante la declaración de Benítez, para evitar fotos o grabaciones. Decía que todo eso vulneraba el derecho de defensa. El juez Días transmitió los argumentos contra el planteo. Pausado y con un lenguaje llano, explicó que ambos testigos corren riesgo de vida por sus aportes a la investigación. Se debatieron posibles formas para que declararan pero ninguna permitía, precisamente, la garantía plena de la defensa en juicio, que “es irrenunciable”. Tal como se implementaron las declaraciones, dijo, todos pudieron verlos y hacerles preguntas durante horas. Señaló que aunque Benítez fue con “una barba estrafalaria”, quienes lo conocen “no tenían dudas que era él”. Se cumplieron todos los “principios sustanciales” del juicio oral. Al final deslizó que un abogado puede ejercer la defensa sin computadora.
En la misma jornada, dos comisarios que declararon como testigos quedaron en la cuerda floja. Héctor González, de la Bonaerense, dijo que Favale, barrabrava de Defensa y Justicia acusado de haber disparado a los tercerizados, solía participar en reuniones en su comisaría para organizar los operativos de seguridad en el estadio de Florencio Varela. Contó que Favale lo llamó a su celular y él le aconsejó que se entregara. Sólo eso, dijo, hasta que le leyeron toda la conversación, donde González le ofrecía ayuda. Eduardo Catalán, comisario de la seccional 30, la que actuó durante el ataque de la patota de la UF, dijo que sólo escuchó “modulaciones” sobre “incidencias”. Después admitió que los tercerizados le dijeron “nos cagaron a tiros” y que había “heridos”. “¿Preguntó dónde estaban los heridos?”, inquirió el juez Diego Barroetaveña. El policía dijo “seguramente”. “¿Tomaron medidas para identificar a los agresores?”, preguntaron las querellas. “No”, reconoció.
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