Miércoles, 26 de septiembre de 2012 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Ruperto Godoy *
El Senado está tratando el proyecto presentado por el oficialismo que propone ampliar los derechos políticos de los jóvenes entre 16 y 18 años. Se ha abierto el debate y, en el marco de las audiencias públicas, hemos escuchado a distintos sectores de la sociedad, incluso a los propios protagonistas.
Muchos no nos hemos sorprendido con qué vehemencia los jóvenes defienden sus derechos, demuestran su compromiso con la participación política y expresan sus ganas de transformar la realidad. Muchos palpamos desde hace un tiempo este entusiasmo juvenil y militamos codo a codo junto a ellos en los distintos rincones de nuestra Argentina. Muchos nos vemos reflejados en ellos cuando recordamos nuestra juventud y a nuestros compañeros que hoy no están, esos años donde nada es imposible, donde todo está a nuestro alcance para cambiar el mundo.
Mientras vemos cómo ciertos sectores reaccionarios abogan sin tapujos por el voto calificado que subestima a nuestros jóvenes –de la misma manera que se expresaron cuando se debatió el sufragio femenino–, muchos apostamos por la inclusión de las nuevas generaciones. Muchos creemos y confiamos en ellos porque estamos convencidos de que son el futuro.
Mientras algunos nos tildan de oportunistas, nosotros seguimos construyendo una Argentina más inclusiva, ampliando derechos a sectores históricamente olvidados, trabajando para mejorar la calidad de vida de los 40 millones de argentinos. En el marco de un proyecto de país de crecimiento con inclusión, en el que se ha recuperado el trabajo, creado la Asignación Universal por Hijo y dignificado a nuestros abuelos a partir de la inclusión y movilidad jubilatoria, se dio un proceso de revalorización de la política en el que los jóvenes han jugado un rol protagónico.
Afortunadamente, y más allá de este proyecto en particular, muchos ya están participando en distintas organizaciones sociales, sindicales, en centros de estudiantes y en agrupaciones políticas. Muchos jóvenes han vuelto a creer en la política como herramienta transformadora de la realidad y, por eso, de aprobarse esta iniciativa, la participación de la juventud no va a quedar plasmada únicamente en el acto electoral, sino que la trasciende y va más allá. Porque la sociedad siempre está un paso delante de las instituciones.
No les tengamos miedo a los cambios. Aceptemos –como dirigencia política– el desafío de interpelar a las nuevas generaciones, de escuchar sus necesidades y dar repuestas a esas demandas. Nadie tiene ningún voto asegurado, no es fácil “manipular” a los nuevos jóvenes, como algunos creen. De aprobarse esta ley no deberíamos pensarla como punto de llegada, sino como un punto de partida.
Confiemos en los jóvenes, creamos en ellos, apostemos por el futuro. Esa decisión hoy está en nuestras manos.
* Senador nacional del FpV por San Juan.
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