Domingo, 25 de agosto de 2013 | Hoy
EL PAíS › FUERTE RECHAZO DE MéDICOS, EXPERTOS EN BIOéTICA Y PROFESIONALES DE SALUD MENTAL AL PERIODISTA
Después de decir que la Presidenta tiene a sus médicos “preocupados” por un supuesto “síndrome de Hubris”, el periodista y médico fue duramente cuestionado por hacer un “burdo diagnóstico”, “machista” y “estigmatizador”.
Críticas y repudios. Esa fue la cosecha del periodista Nelson Castro tras expresar por televisión que los médicos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner estaban “preocupados” por “su estado emocional” y diagnosticar frente a las cámaras que la mandataria padecía un supuesto síndrome de Hubris, que le afectaría su interpretación de la realidad: ella piensa “que la realidad es la que ella cree que es, y no la que es”, aseveró Castro. Especialistas en salud mental y bioética cuestionaron con indignación su proceder y consideraron que cometió una “grave falta de ética” profesional, que “debería ser juzgada” si estuviera ejerciendo como médico, por pronunciar un diagnóstico “burdo” y “sin validez científica” en su programa de TN El juego limpio. Además, advirtieron que lo único que buscó Castro fue “estigmatizar” y “descalificar” la figura de CFK y sus acciones, a través de etiquetas que “pretenden ubicar como enfermedad actitudes que, en realidad, son señales de salud”.
“Sus médicos están muy preocupados por su estado emocional. Se preocuparon el domingo por la noche, el lunes, el martes y hoy. Sépalo, sea consciente, escúchelos. Es importante que su salud emocional sea perfecta”, sostuvo el periodista. Ahondó: “Usted tiene que tomar decisiones que nos afectan a todos, necesitamos que esté muy bien para que actúe con sabiduría. Sus médicos están preocupados, no la han visto bien estos días”.
Castro, que además de periodista es médico, sostuvo que la Presidenta “necesita recuperar la calma y el equilibrio frente a la adversidad”. “Es difícil y sobre todo cuando alguien padece, como es su caso, el síndrome de Hubris, que es la enfermedad del poder y que usted está padeciendo”, agregó. Al referirse al síndrome de Hubris, Castro explicó que “es una entidad médica política que describe las características del hombre y la mujer del poder, [quien] siente que es único en la historia, que siente que la historia lo está mirando”. El conductor de El juego limpio añadió que “como consecuencia” del síndrome de Hubris, la Presidenta “piensa que es única y casi el centro del universo, que sabe todo, que la realidad es la que ella cree que es, y no la que es”.
Uno de los expertos que criticó al periodista fue el director de Bioética del Hospital de Clínicas, Juan Carlos Tealdi. “Este hombre ha saltado unas cuantas barreras”, sintetizó, en diálogo con Página/12. “Le hace mal a la medicina y a la imagen médica”, agregó. “Es una falta ética elemental violar el secreto profesional, que es una regla fundamental de la medicina y forma parte del Juramento Hipocrático”, señaló Tealdi. “Se aprovecha de su título médico para darle legitimidad a su discurso”, observó Mario José Molina, presidente de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA) y de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA). La FePRA expresó en un comunicado de prensa su “más enérgico repudio” frente al uso de parte de comunicadores sociales “de categorías y/o diagnósticos psicopatológicos y terminología técnica propia del área de salud mental, utilizada para estigmatizar y rotular”. El texto se titula “contra los diagnósticos mediáticos”. Tealdi consideró que “hay una descalificación basada en el género: es lo más machista que hay, asociar a la mujer que rompe privilegios y normas preestablecidas con un desequilibrio mental. Es machismo de vieja raigambre. A las Madres de Plaza de Mayo las tildaron de locas para descalificarlas durante la última dictadura militar”, recordó. Los especialistas consultados coinciden en que Castro violentó una serie de normas legales y éticas, en el área de la salud, y particularmente de la salud mental. El psicólogo y ex diputado Leonardo Gorbacz, autor de la Ley de Salud Mental, sancionada en 2010 y que puso a la Argentina en la vanguardia legislativa en ese campo, las enumeró:
- “No se hace un diagnóstico por observación televisiva. Se debe hacer en base a entrevistas personales o a la aplicación de tests o pruebas”.
- “El que hizo Castro es un diagnóstico construido sobre la base de prejuicios y no de signos psicopatológicos. Es un mal diagnóstico”.
- “Tampoco se difunde por televisión. La Ley de Derechos del Paciente prohíbe la difusión de información de un paciente. La información sanitaria siempre es confidencial”.
- “No se puede hacer un diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base exclusiva del status político, ni socio-económico, ni por la pertenencia a un grupo cultural, racial o religioso. Esto está expresamente prohibido en el artículo 3º de la Ley de Salud Mental. Y es claramente lo que hizo Castro. Como Castro no acuerda con la Presidenta la descalifica al decir que no se adapta a la realidad. Justamente incluimos ese artículo en la ley, porque los diagnósticos de salud suelen aprovecharse para perseguir a opositores o disidentes en un Estado totalitario”.
Beatriz Janin, psicóloga y psicoanalista, sumó otra crítica. “Se etiqueta a alguien para descalificar todo lo que esa persona hace. Además, esta idea de clasificar supone que todo se puede plantear como un síndrome y desconoce la complejidad del ser humano. Jamás un diagnóstico se podría hacer con tanta liviandad. Son maneras de estigmatizar a la gente y en realidad, no tienen validez científica”, advirtió Janin, directora de las carreras de Especialización en Psicoanálisis con Niños y con Adolescentes de UCES y APBA. La especialista señaló que a lo largo del tiempo se han planteado con la misma liviandad la existencia de distintos síndromes. Por ejemplo, en 1851, el médico estadounidense Samuel Cartwright habló de “drapetomanía”, un desorden mental que supuestamente afectaba a los esclavos que tenían compulsión a fugarse. “De esa forma, Cartwright ubicaba como enfermedad una actitud que en realidad era una señal de salud. El diagnóstico que enuncia Castro es una muestra de la peor aplicación de la psiquiatría, es un diagnóstico inventado. Se encuadra a la Presidenta en un lugar de forma tal que todo lo que haga tiene que ser entendido a partir de esa patología”, analizó Janin.
Gorbacz, además, cuestionó que le haya adjudicado que padece el llamado síndrome de Hubris, un cuadro que no está caracterizado como tal por la Medicina. Fueron los griegos los primeros que utilizaron la palabra “Hubris” para definir al héroe que lograba la gloria y “borracho” de éxito se empezaba a comportar como un Dios, capaz de cualquier cosa. Este sentimiento le llevaba a cometer un error tras otro. Como castigo al “Hubris” está la “Nemesis”, que devuelve a la persona a la realidad a través de un fracaso. El ex diputado y psicólogo señaló que no es un diagnóstico que se utilice en la Argentina. Tampoco existe en los manuales que se aplican en el país. “La de Castro es una visión ideológica de la salud: con ese criterio, es sano aquel que se adapta a la realidad. Esa es una práctica autoritaria. ¿Cuál es la realidad que hay que aceptar? ¿La que nos muestra el canal de noticias TN todos los días? La perspectiva de la Ley de Salud Mental plantea otra idea de salud. No se define como adaptación a la realidad, sino con la posibilidad de relacionarse solidariamente con otros y respetando su individualidad, las ideas, entre ellas las políticas, que el otro tiene. Entonces, debemos decir que está mucho más sano aquel que intenta modificar la realidad de acuerdo con sus ideas”, agregó Gorbacz.
“La idea que contiene el diagnóstico que hizo Castro va en línea con la propuesta política de un ‘país normal’, en el que no haya diferencias porque ambas suponen una única realidad que se pretende imponer como verdad absoluta e incuestionable. En cambio, la idea de que ‘en la vida hay que elegir’, admite las diferencias subjetivas y anima a que cada uno pueda elegir entre distintas visiones, sin que una visión sea considerada sana y la otra enferma”, continuó el autor de la Ley de Salud Mental.
Para Molina, presidente de APBA y FePRA, Castro plantea un punto de vista muy positivista. “Castro cree que con mirar y escuchar por televisión a una persona ya es suficiente para emitir un estado emocional. Eso no es serio. No hay evidencia científica ni metodológica que lo lleve a sacar esa conclusión”, objetó. Molina recordó que esta semana, el padrastro de Angeles Rawson, Sergio “Pato” Opatowski, manifestó en declaraciones periodísticas que el portero Jorge Mangeri, acusado del crimen de la adolescente, es un psicópata. “Los conceptos de la psicopatología están muy vulgarizados. Pero una cosa es que lo diga el padrastro de la adolescente y otra un médico con larga experiencia como Castro”, cuestionó Molina. Además, criticó “la liviandad con la que emite sus juicios”.
Los especialistas consultados coincidieron en que Castro debería ser juzgado por el órgano que regule su matrícula médica, si la tiene. Para Tealdi, Castro transmite “una suerte de arrogancia”, no sólo al violar el secreto profesional e incurrir en un supuesto diagnóstico, sino por la forma en que en su programa se dirige a la Presidenta. Según el conductor de El juego limpio, “como consecuencia” del síndrome de Hubris CFK “piensa que es única y casi el centro del universo, que sabe todo, que la realidad es la que ella cree que es, y no la que es”. Castro finalizó así su editorial: “Señora Presidenta, es lo que usted está padeciendo. Deseo que usted pueda recuperarse, de corazón. Esa enfermedad de poder que está sufriendo la padecemos todos nosotros”.
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